jueves, 17 de diciembre de 2020

Federico

 Faltan dos semanas para que termine el año.

 

Sabéis que cada semana trato de contaros cualquier tontería que os haga olvidar que soy malísimo eligiendo los dichosos numeritos.

 

A lo largo del año os he hablado de lugares, de hechos históricos, de personas... Y me encanta cuando alguna vez alguien me escribe diciendo que le he arrancado una sonrisa. Pero sin embargo, hoy voy a ponerme serio porque llevo tiempo pensando que debería dedicar un post a Federico y a toda esta maldita situación que estamos viviendo.

 

Hablamos de números, de estrellas o de combinaciones, pero no nos damos cuenta de que la verdadera suerte es que no nos pase nada. Que sigamos con nuestras rutinas y que veamos las cifras de fallecidos simplemente como una mera estadística.

 

Cuando mi hija empezó Educación Infantil en el colegio (este año termina Bachillerato), no recuerdo qué día ni por qué (aunque no soy yo de necesitar muchos motivos), decidimos tomarnos un café al dejar a las niñas. Al día siguiente repetimos. Y al día siguiente y al siguiente. Acabamos formando un grupo de cuatro personas (Carlos, Javi, Federico y yo) al que de vez en cuando se unía alguien.

 

Cada mañana de colegio durante 10 años, hemos “arreglado el país”, nos hemos picado con los resultados de nuestros equipos de fútbol (éramos 2 contra 2), hemos reído e incluso se nos ha escapado más de una lagrimilla, siempre alrededor de unos cafés.

 

Bueno, siempre no. Porque la tradición obligaba a que el último día de colegio antes de Navidad y el último de día de curso, el desayuno debía consistir en unos huevos fritos con patatas y jamón. Esos seguramente habrían tocado un día como hoy.

 

Pero ya nunca más podrá ser, porque este maldito coronavirus se llevó a Federico en el momento de mayor desconocimiento y crudeza de la situación.

 

Disculpad el tono grave de hoy, que además no hay manera de relacionar esta vez con las combinaciones que aparecen más abajo. Además, no es el primer miembro de la Peña que nos deja. Estoy pensando en el queridísimo (también por muchos de los que estáis ahí) Pepe. Pero es que hoy sentía la necesidad de tomarme esos huevos fritos, aunque sea de esta manera tan rara.

 

Lo dicho. Os dejo las combinaciones en las que por cierto, jugamos un par de décimos de Navidad.

 

 

 

 

 

 

viernes, 11 de diciembre de 2020

VALORACIONES

 Vivimos en una sociedad en la que todo necesita ser valorado. Y sinceramente, a mí eso no me gusta nada.

 

Reconozco que hay determinados sectores en los que la valoración es muy útil. Por ejemplo, si vamos a un restaurante o a un hotel, la valoración de los clientes sobre aspectos como la limpieza, la calidad, etc. la verdad es que vienen muy bien.

 

Pero hay otros tipos de valoraciones que a mí me ra… (venga, me la juego: con ll) me rallan un montón. Y son las evaluaciones que se hacen más para penalizar al trabajador/a que para dar una idea de cómo es la empresa. Seguro que os ha pasado que después de una conversación telefónica, el otro interlocutor ha terminado la conversación diciéndote: “ahora saldrá una breve encuesta, pero cualquier nota por debajo del 9 es un suspenso para mí”. Pero ¿esto qué es? ¿Que un 8 es un suspenso? Además, si lo único que me has dicho es que apague el router y lo vuelva a encender. ¿Cómo se puede valorar eso?

 

Estos últimos años (yo creo que gracias a Dios ya lo han quitado) cuando ibas al Hipercor, antes de pagar tenías que pulsar cara triste, normal o contenta en función de cómo te habían tratado. Al final descubrí que abajo en pequeñito había un botón que decía que renunciabas a contestar. Y es que ese tipo de encuestas, no hacía ningún bien a la persona que te había atendido. Simplemente, si se ponía la cara contenta, que era lo que hacía todo el mundo por la vergüenza de puntuar mientras te estaban mirando, el centro podía alardear de la magnífica calidad que ofrece. Y si se pone la cara triste, porque en ese momento el que te ha atendido está contigo y a la vez, resolviendo un par de marrones que le han caído, pues aumentan sus posibilidades de ser despedido en momentos de reducción de personal, y además con la prueba objetiva de la valoración de los clientes.

 

En nuestro caso, yo sé con bastante precisión dónde estamos: Ali tiene un carácter más bien seco, en ocasiones incluso amargo (en toda aldea tiene que haber un pitufo gruñón), pero es como un reloj. A Paloma a veces le falta un poco de velocidad en ventanilla, pero porque es un amor. Si viene una persona mayor, le ayuda. Si es alguien con problemas, le escucha. Si vienen con perro, les da una chuche…  Jesús el pobre hombre, acaba de empezar a trabajar con nosotros y va aprendiendo el oficio a base de darse trastazos. Pero de todos sale victorioso y lo más importante, sacándole una sonrisa al cliente. Y yo soy tan desordenado que mi mesa, en vez de una mesa de trabajo, parece un monumento conmemorativo al huracán Katrina, pero aunque esté mal que hable de mí mismo, soy como la impresora, multifunción.

 

Es verdad que de vez en cuando recibimos por Google buenas valoraciones, que sinceramente no me afectan ni la quinta parte de lo que me afectan las que son negativas. Esas sí que duelen. Porque creo que las cuatro personas que formamos La Presilla damos el 100% (es una chorrada eso de dar el 120%, porque no se puede dar por encima del máximo).

 

En resumen, que entre los cuatro sacamos una carga de trabajo en estas fechas, impropia de un comercio pequeño como el nuestro. Y que yo tengo mi propio patrón de valoraciones: os parecerá una chorrada, pero el “hasta mañana” de un cliente, la conversación anual de minuto y medio con gente de Barcelona, Lugo, Málaga, Palencia, Fuerteventura o cualquier otro punto de España, con la que increíblemente se establecen lazos de microamistad, o la viejecilla que te da el monedero y te dice “anda hijo, cógeme tú el dinero que sea, que yo de vosotros me fío”son valoraciones que al menos a mí, me reconfortan infinitamente más que las estrellas que nos puedan dar en Facebook.

 

Hablando de estrellas, no me importaría que esta noche salieran el 2 y el 8 en las estrellas de Euromillones. Y ya puestos, que saliera el 8, el 16, el 17, el 39 y el 43. ¿Os imagináis…? 200 millones de euros (menos retenciones) a repartir entre 76 elementos.

 

 

Me iba a despedir, pero los cuatro que leéis esto os habéis tirado a la calculadora a ver a cuánto os toca y me he quedado solo.

 

 

 

 

 









Os paso enlace de Terau Beach Bungalow

que tiene 5 estrellas en Trip Advisor

https://www.tripadvisor.es/Hotel_Review-g15517949-d15244061-Reviews-Terau_Beach_Bungalow-Taburao_Gilbert_Islands.html

viernes, 20 de noviembre de 2020

Tuvalu

 Viendo el título, algún friki del hipódromo pensará que voy a hablar de caballos, porque hay uno que se llama así. Pero no. Voy a hablar de Tuvalu porque como acabaremos todos viviendo en Kiribati, es bueno que vayáis conociendo los alrededores.

 Tuvalu es uno de los países más pequeños del mundo. Consta de 9 islas que están donde Cristo perdió el mechero. A 4.000 kms. de Sidney por un lado y a 4.000 kms. de Hawaii por el otro. Lo único que le pilla relativamente cerca, son las Kiribati.

Pero no solo os traigo este tema para que vayáis programando excursiones. No. Es que además, Tuvalu tiene cierto paralelismo con nosotros.

Lo explico:

· Ya os he dicho que es muy pequeño (10.000 habitantes). Además llegar hasta allí es caro y muy complicado. De hecho recibe unos 2.000 turistas al año, lo que supone que sea el país menos visitado del mundo según la Organización Internacional del Turismo. Fijaos cómo será, que hay una calle que cruza la pista de aterrizaje del aeropuerto, en la que por otro lado, se realizan más partidos de fútbol entre chavales a la semana, que aterrizajes.

 Pues eso, pequeño, con pocos habitantes y una infraestructura muy pobre. Como la Peña Kiribati de La Presilla.                                                                                                                                                                    

· Otra característica que nos une es que ambas estamos al borde de la desaparición. Nosotros, porque como sigamos cobrando 3,10€ al mes (como en octubre), vamos a terminar por desaparecer. Y ellos, porque la elevación más alta que tienen son 5 metros sobre el nivel del mar. Y se calcula que con el deshielo de los polos, en 10 años las 9 islas quedarán sumergidas.

 · Pero hay otra semejanza entre ellos y nosotros. Y esta vez es buena. Ellos no tienen espacio para la agricultura ni para la industria. Viven fundamentalmente de dos cosas: de la pesca (digamos que es su trabajo) y de no hacer nada. Así, como lo oyes (si lees en voz alta, claro). El 10% de su PIB viene determinado simplemente por un golpe de suerte. Volviendo al mundo hípico, lo que tuvieron en su día fue muchísima potra; Como sabéis, todos los países del mundo tienen un dominio de nivel superior geográfico. Vamos, lo que viene siendo el .es para España, el .fr para Francia o el .mx  para México.

 El caso es que a Tuvalu le correspondería .tu, que de hecho está libre. Pero no. Le tocó .tv

 El reparto se hizo en 1995 y aquello pasó totalmente desapercibido. Pero claro, internet se fue desarrollando, y muchos portales de televisión y entretenimiento quisieron tener su dominio .tv

 Esto significa que Verisign (la empresa que se encarga de esto de los dominios) le suelta a Tuvalu 5.000.000$ cada año así, simplemente porque sí.

 Y lo cachondo es que los tuvaluanos están como locos por que llegue el 2021, porque es la fecha de renovación del contrato y aspiran a duplicar la cifra para los próximos 10 años.

 Y he aquí la tercera coincidencia. Nosotros también tenemos nuestro trabajo, pero nos vamos a llevar una pasta (no me importaría que fueran 5 millones al año) por no hacer nada, salvo aguantarme la chapa semanal, gracias a estas combinaciones que como os dije el otro día, he retocado un poquillo

 

 

 

 

 

Cualquier día… www.lapresilla.ki

 

La leyenda del granjero

 

Cuenta la leyenda que en cierta ocasión, a un granjero se le escapó su mejor caballo. Los vecinos fueron a consolarle y le dijeron que había tenido muy mala suerte. Pero él les contestó que era difícil saber si ese hecho era bueno o malo.

A los pocos días, el caballo regresó a la granja en compañía de siete magníficos caballos salvajes. Entonces el vecindario vino a felicitarle y comentaron la buena suerte que había tenido. Pero él replicó diciendo: “es difícil saber si este hecho es bueno o malo”.

 

Dos días después, el hijo del granjero, intentando domar a uno de los caballos salvajes, cayó y se rompió una pierna. Entonces hubo una parte del pueblo que pensó: “yo no voy a ir a decirle nada al tío ese, que es un pedante. Siempre con la misma cantinela”. Pero la otra parte del pueblo sí acudió para interesarse por el chaval. Fue entonces cuando el panadero le dijo al granjero: Qué pena ¿no? Y este le respondió “¿pena? ¿Por qué? Es difícil saber si ese hecho es bueno o malo.

 

No habían pasado ni dos semanas cuando se declaró la guerra y vino una brigada del ejército a reclutar al chaval. Pero en el estado que tenía la pierna, consideraron que era absurdo hacerle ir a la guerra.

 

Ya nadie fue a darle la enhorabuena. Los tenía a todos hartos siempre con el mismo comentario.

 

Sin embargo, en el mercadillo de la plaza no se hablaba de otra cosa, y eran muchos los que, con voz burlona repetían lo de “es difícil saber si este hecho es bueno o es malo”.

 

Lo que hacía el granjero era únicamente tratar de no etiquetar constantemente las situaciones. Porque muchas veces ante escenarios presumiblemente negativos, tendemos a perder demasiado tiempo en lamentaciones. Incluso a veces, nos podemos paralizar. Y del mismo modo, ante hechos positivos podemos caer en la tentación de dejarnos llevar hasta el punto incluso, de no saber aprovechar lo obtenido.

 

Por tanto, vivamos la vida tal como nos viene, sin tratar de juzgarlo todo, porque hay un componente de azar que no depende de nosotros, y que debemos aceptar para poder seguir trabajando en lo que sí está en nuestras manos.

 

No debemos perder tiempo examinando cada cosa que nos ocurre en la vida. Simplemente vivámosla.

 

Hasta aquí la leyenda y su moraleja.

 

Pero a mí siempre me han hecho mucha gracia estos cuento de autoayuda que tratan de cambiar tu forma de ser. A ver quién es el guapo que esta noche, cuando vea que hemos acertado los 5 números y las dos estrellas del Euromillones, que diga sin ni siquiera media sonrisilla: “es difícil saber si estos 64 millones de euros que nos acabamos de llevar son un hecho positivo o negativo”...

 

Ahí tenéis las combinaciones.

 

 

 

 

 

L A   P R E S I L L A

Qué cansino el granjero.

 

 

viernes, 30 de octubre de 2020

Cambio de ciclo

 La semana que viene hay elecciones en Estados Unidos.

 Supongo que la mayoría de vosotros habrá oído la historia varias veces estos días, pero por si no la conocéis, yo os la cuento:

Lo de las elecciones allí viene a ser como lo del Jueves Santo en España, que curiosamente siempre cae en jueves, pero en este caso, es en martes. Más concretamente, el martes que sigue al primer lunes de noviembre. ¿Y esa tontería? Os estaréis preguntando los que no lo sepáis.

Pues por varios motivos:

El primero, porque de esta manera evitan que caiga en día 1 de Noviembre, que como todo el mundo sabe, los americanos celebran Halloween la noche anterior y el día 1 es fiesta (como en casi todas partes).

Eligieron noviembre porque hay poco trabajo en el campo en estas fechas. Las cosechas ya están recogidas y a la vez, aún no han comenzado las heladas, con lo cual, se podía viajar a la ciudad.

Y se decidió que un martes porque los viernes, sábados y domingos eran días de rezo (en función de las distintas religiones) y los miércoles había que respetarlos porque eran los días de mercado. Sin embargo, si se ponía el martes, los que venían de las zonas rurales podían aprovechar el viaje.

Todo eso ha cambiado y ahora, al ser un día laborable, mucha gente no puede ir a votar. Pero parece ser que los diferentes mandatarios que han podido cambiar la norma, han debido pensar que no les beneficiaba y hasta ahora nadie lo ha hecho.

Pero vamos, que no sé a cuento de qué venía esto. No vayáis a pensar que el título del post de hoy tiene algo que ver. Dios me libre de hablar de política en este foro...

Lo del cambio de ciclo es porque se acaba octubre y pasamos a un nuevo ciclo en el que le vamos a quitar importancia al Euromillones que es dificilísimo (yo diría que imposible) y vamos a ponderar más La Primitiva y el Bonoloto, a ver si nos luce más el pelo.

Claro que como estéis esperando que me luzca a mí el pelo... es muchísimo más fácil lo del Euromillones ¿dónde va a parar?

Pero todo eso será la semana que viene. De momento, nos quedan tres días para pegar el pelotazo con estas combinaciones

 

 

 

 

 

 

 

Hablando de política, de la unión del hijo de José Bono y la hija de

George Bush, saldría un extraordinario Consejero Regional de Transportes.

 

 

 

viernes, 23 de octubre de 2020

Superstición

 ¿Eres supersticioso/a? Yo tengo mis dudas.

 

Digo que tengo mis dudas sobre si lo soy yo, no tú claro.

 

Yo en principio no lo soy. Lo fui en su día, pero creo que dejé de serlo medio de repente. Supongo que fue por el Deporte. Por el tenis en concreto (otro mérito más atribuible a Nadal). Me explico: yo cuando veía a Arantxa Sánchez Vicario[1] en las finales contra Steffi Graff o Mónica Seles siempre me tenía que sentar en el mismo lado del sillón y si me incorporaba tarde al partido y en ese momento empezaba a perder, lo dejaba de ver porque pensaba que le había traído mala suerte.

 

Me pasaba lo mismo con Moyá, Ferrero o Álex Corretjia. Bueno, con Conchita no me pasaba eso. Esta chica el día que decidía que no le apetecía jugar, daba igual que me sentara donde me sentara.

 

Sin embargo, llegó Nadal y me enseñó que las cosas solo dependen del trabajo. Aprendí que un tío que le dedica 8 horas diarias durante 340 días al año, no depende de que yo me haya puesto ese día los calzoncillos nuevos o me haya ido a ver el partido con Fulanito o Menganito.

 

En resumen, que decidí dejar de ser supersticioso.

 

Pero a veces, me asaltan dudas. Una de ellas, veréis qué tontería, es el tipo de letra que utilizo cuando os envío estas chorradas. Siempre o casi siempre utilizo Arial Rounded MT Bold y muchísimas veces pienso que a lo mejor con otra fuente tendríamos más suerte. Pero luego pienso que menuda gilipollez ¿cómo va a tener algo que ver eso?

 

Pero como tampoco cuesta nada probar, hoy he decidido escribir con otro tipo de letra, así como si fuera a mano. En ese sentido me gusta, pero os tengo que decir que cada vez que pongo un punto, y sale así a media altura, me pone un poquito nervioso.

 

En fin, a ver si se ponen nerviosos los bombos y sacan estos numeritos de una puñetera vez.

 

 

Buen fin de semana largo. Ya sabéis que mañana cambian la hora.

 

 

 



Víctor M. de Francisco

En el Deporte hay una máxima para supersticiosos:

“Cuanto más entreno, más suerte tengo”.

 





[1] Parece mentira, pero estoy escribiendo esto la noche del jueves al viernes con la tele de fondo, sin hacerla mucho caso. Y acabo de salir Arantxa Sánchez Vicario en una imagen ganando el Roland Garros.

No sé. Igual es una señal.

viernes, 16 de octubre de 2020

Juan sin miedo

 

Tenemos la costumbre los humanos, al menos los del hemisferio norte, de valorar nuestra felicidad siempre con la misma unidad de medida. La pasta.

Pero hay gente rara que utiliza otros patrones. Y estos casos a su vez, también se pueden dividir en dos:

  • Por acumulación. Cuanto más, mejor. Por ejemplo, cuantos más amigos, cuanto más cariño obtenga o cuantos más goles meta su equipo, más feliz es.
  • Por ausencia. Sería lo contrario de lo anterior. Cuanto menos se tenga, mucho mejor. Un ejemplo claro sería la gente sin problemas.

He llegado a esta chorrada de conclusión inspirándome en el caso de Alex Honnold. Porque en realidad, el título de este post no debería ser Juan, sino Alex sin miedo.

 

Este tío es feliz. No tiene pinta de estar forrado (aunque posiblemente lo esté). Pero es indiferente. Él es feliz, simplemente porque no conoce el miedo.

 

Que no sabes quién es Alex Honnold ¿no? No te preocupes, yo hasta hace unos días tampoco lo sabía. Es uno de los tres mejores escaladores del mundo y el mejor en escalada libre. Y cuando digo libre, es libre. Sin cuerdas, sin arnés, sin casco. En realidad, el casco... ¿para qué? 

 

Cuando tengáis un ratito, no os perdáis por favor este vídeo: https://youtu.be/FRGF77fBAeM

 

La revista científica Nautilus publicó un artículo sobre un estudio neurológico que se le hizo a este muchacho y en el que se determinó que aunque sí tenía amígdala, que por lo visto es el centro del miedo en el cerebro, y presentaba un aspecto sano, cuando le mostraban imágenes intensas, esta no reaccionaba ante ningún estímulo, ni generaba secreción de dopamina.

 

Esto significa, por favor ved el vídeo, que cuando está ahí arriba, no tiene ni la más mínima sensación de miedo. Está a 2000 metros del suelo y a 300 de la cima, apoyado en el pie derecho y en el dedo corazón de la mano izquierda, y el tío tiene menos preocupaciones que yo paseando un domingo por la Gran Vía.

 

En fin, que como nuestras amígdalas funcionan perfectamente, nos vamos a ir por el camino tradicional hacia la felicidad, que es acertando estos numeritos

 

 

Y yo que pensaba que las amígdalas tenían que ver con las anginas...

 

 

 

 

 

...a lo mejor de ahí viene lo de 

 

que se te ponen de corbata.

 

sábado, 10 de octubre de 2020

Christian Laettner

 Va urgiendo el tema del Euromillones.

 

Sigue habiendo miedo, las ventas caen (por cierto, ¿dónde compra la Lotería de Navidad vuestra empresa? No os olvidéis de La Presilla), la cosa está achuchada y uno de los efectos en mí (muy menor, por supuesto) es que me he “desbaloncestizado”. Ya no hay Baloncesto en mi vida ni como jugador, ni como entrenador, ni como entrevistador (que hacía mis pinitos), ni como espectador. Así que ¿quién lo va a pagar? Está claro: vosotros.

 

Hoy os voy a contar la historia de Christian Laettner.

 

¿Por qué? Pues porque no me importaría tener en la Peña, la suerte que tuvo este tío en el Baloncesto.

 

Este texto os lo envío a 40 ó 50 personas. Y no creo que haya más de 3 (y ya me parece mucho) que sepan quién fue este jugador.

 

Sin embargo, seguro que todos habéis oído hablar de Michael Jordan. Mamá... Maikel Yordan ¿no me digas que no te suena?

 

Sin contar a mi madre, estoy convencido de que los demás les ponéis cara a Magic Johnson y Larry Bird... Incluso a Charles Barkley, Scottie Pippen o Pat Ewing.

 

Otro de los grandes de todos los tiempos de la NBA fue Karl Malone. Por cierto, uno de los nombres de equipo más cachondos que me he encontrado en las ligas municipales es “Karl Malone de la Isla”. Karl Malone-Camarón... Qué arte tiene la gente.

 

Bueno, pues estos jugadores, aparte de ser de lo mejorcito de la Historia Universal del Baloncesto, tienen una cosa en común, formaron parte del mejor equipo de Baloncesto que se ha creado jamás: el Dream Team.

 

Estados Unidos se presentó por primera vez en unos Juegos Olímpicos, los de Barcelona’92 con un equipo repleto de jugadores profesionales. Y quisieron llevar a los mejores. El equipo lo conformaban los siete nombrados, más Drexler, Stockton, David Robinson y Chris Mullin.

 

Quedaba una plaza y sin duda, tenía que ser para Isaiah Thomas. Un base de Detroit que había hecho una temporada espectacular. Pero Jordan, que tenía su carácter, se plantó y dijo que Thomas no iba. Y claro, cuando el jefe de la manada dicta, los demás obedecen.

 

Se buscó una solución un poco cutre, que fue dejar una plaza que representara al Baloncesto universitario. Entonces, siendo así, se resolvía el problema. Y además, parecía claro quién iba a ocupar esa plaza: había un chavalote que sin ser aún profesional ya era famoso. Shaquille O’Neil, que era como un camión cisterna, ya había reventado más de un tablero.

 

Peeeero...

 

Vieron la configuración del equipo y les pareció que quedaba excesivamente oscura. Había demasiados afroamericanos. Así que lo mejor era llevar a un chico de raza blanca. Bird, Stockton y Mullin no eran suficiente representación.

 

Así que llamaron a nuestro amigo Christian Laettner, que se pegó el gustazo de estar un par de meses jugando con Jordan, Magic Johnson, Larry Bird, Pippen, Barkley y compañía.

 

A lo mejor a vosotros no os dice mucho, pero esa experiencia para un yogurín de 22 años debe ser lo más parecido a tocar el Cielo.

 

El mismo Cielo que vamos a tocar nosotros este fin de semana con esta selección de combinaciones

 

 

No os vayáis a olvidar de hablar con los de Recursos Humanos para lo de la Lotería, que este año nos toca a nosotros dar el Gordo.

 

Besos.

 

 

 





Que no os engañen, el verdadero

Dream Team sois vosotros.

viernes, 2 de octubre de 2020

EMOTICONOS

 ¿A vosotros no os pasa que a veces os juntáis con personas que os generan buen rollo y otras veces sin embargo, os encontráis con otras que crean un ambiente tóxico casi sin querer? Gente de naturaleza molesta, lo denomina mi hija.

 Es como el chiste ese de “¿estás empadronado? No. Es mi carácter”.

 Yo he descubierto una manera sencilla de saber qué tipo de persona eres, si de las del buen rollo o de las que están cabreadas con el mundo. Solo necesitáis un teléfono que funcione como el mío.

 En mi teléfono, cuando pulso el botón de los emoticonos, me salen todos los que hay. Pero los primeros que me salen son los que utilizo más a menudo. Si en primera línea tienes el emoji enfadado, el dedo para abajo o la caca del WhatsApp, háztelo mirar.

 Si por el contrario, tienes las carcajadas, el beso, el símbolo de OK o las palmadas (ahora que ya han pasado de moda), es que la cosa va bien.

 ¿Y a cuento de qué viene esto ahora? Os estaréis preguntando. Pues porque yo soy de esas personas que cree en la energía positiva. Y que cuanta más gente haya a tu alrededor sonriendo y pensando en positivo, más suerte vas a tener.

 Y en este sentido, como sabéis, hay gente que abandona la Peña (lógico viendo los resultados obtenidos), pero también hay gente que entra nueva. Y para este ciclo de cinco semanas han entrado un par de amigos con los que siempre he tenido muy buena sintonía.

 Por cierto, mientras escribo, estoy pensando que es curioso porque entre ellos no se conocen de nada, y sin embargo, mi relación con ellos (en diferentes momentos de mi vida) ha sido parecidísima. Ambos son entrenadores. Con los dos he llevado equipos de Baloncesto y me lo he pasado fenomenal.

 Os contaba lo de los emoticonos porque hace unos años, cuando compartía equipo con uno de ellos, la primera que tenía siempre en el Top1 del WhatsApp, era la flamenca. Con eso os lo digo todo.

 Así que no sé por qué me da que estas dos nuevas adquisiciones nos van a traer suerte, ya lo veréis.

 Os recuerdo las combinaciones que estamos jugando ya desde el lunes y hasta el 1 de noviembre

 

 

Os propongo un juego: enviadle la foto de las combinaciones a un amigo (o a varios). Y debajo escribid “completa la frase VA...”

  • Si te contesta VA...MMOOOSSSS!! anímale a apuntarse a la Peña.
  • Si te contesta VA...YA MIERDA, aléjate. Hazme caso.

Un abrazo.

 

 

 

 

   

 

viernes, 25 de septiembre de 2020

Dueños del Tiempo

 Ese es el título que ha elegido la agencia de publicidad McSaatchi para promocionar el juego de Euromillones y más concretamente, su Bote de 130 millones.

 Tengo que hablar con un amiguete que controla mucho de esto para que me lo explique bien, porque yo tenía pensado que la publi de Loterías la llevaba Universal McCann, otra agencia. En fin, ya me enteraré.

 El caso es que lo que viene a decir el anuncio es que no es que te toquen 130 millones, es que lo que te toca es poder disponer de todo el tiempo del mundo. Y claro, esto me lleva a mí a una reflexión:

 Llevo 15 años viviendo en la misma casa. Una vivienda en una urbanización con garaje. Y yo en el coche (como casi todo el mundo) llevo un mando a distancia de la puerta del garaje. Pero sin embargo, también tengo una Vespa. Y para la moto no tenía mando. Cada vez que quería entrar o salir, tenía que pararme al lado de la cerradura, quitarme el guante, desabrocharme el abrigo, buscar la llave (que siempre suele estar en el bolsillo del lado contrario al guante que te quitas, por cierto), abrir y volver a hacer todo el ritual pero al contrario.

 Catorce años y un porrón de meses perdiendo los mismos 3 minutos. Hasta que un día se me encendió la neurona y pensé “coño, ¿y si me compro un mando?”

 Bueno, bueno... No sabéis cómo me ha cambiado la vida. Parece mentira. Ahora, según me acerco, le doy al botoncito y cuando llego, ya casi está abierta la puerta. Lo sé, es una gilipollez. Pero me entra una microalegría... Y ya ps digo que debían ser 2 ó 3 minutillos.

 Claro que no solo era el tiempo que perdía. También el ahorrarme toda la parafernalia del guante, la llave, etc.

 Pero a lo que voy; que si por 3 minutos me siento así, imaginad si nos tocan los 130 millones de esta noche. ¡Buah! Es que, aunque “solo” sean los 5 millones del domingo. ¡Menuda alegría!

 Esta semana es la última de septiembre. La semana que viene comenzamos nuevo ciclo. Os recuerdo las combinaciones que siguen en vigor

 

 

Hablando de mandos a distancia, llevo años queriendo hablar algún día de su inventor, porque creo que nunca lo he hecho y merece que se le dedique un post.

 Pero eso será otro día.

 Un abrazo grande.

 

 

Con Bote o sin Bote,

aprovechemos el tiempo

al máximo.