jueves, 7 de febrero de 2019

Carlos Díez

¿Conoces el Drago Milenario de Tenerife? Es un árbol precioso, que como puedes intuir por el nombre, no fue plantado anteayer. ¿Te imaginas que vas a visitarlo y mientras el guía os está explicando que lleva allí más años que la orilla del río, va el árbol y hace crack-crajj-crajj-crack… y se seca de golpe y se cae?

Pues algo así parecido me pasó a mí el otro día en Carlos Díez. ¿No sabes quién es Carlos Díez? Yo tampoco he tenido el gusto de conocer a ese señor. Solo sé que aportó su nombre a una de las tiendas más emblemáticas del Puente de Vallecas. Bueno, en realidad, el nombre correcto es Viuda de Carlos Díez. Es decir, que el Sr. Díez debió vivir allá por mediados del siglo XIX, porque el local fue fundado en 1.881. Es el típico ultramarinos de barrio de toda la vida.

El caso es que el viernes fui a comprar unas verdinas (por cierto, las hizo mi mujer con cachetes de merluza, y no te imaginas lo riquísimas que estaban) y me dijeron que el lunes ya no abrían.


Unos 10 metros de mostrador de mármol atendidos por cuatro hombres. Todos ellos familia.

A la izquierda siempre había bacalao desalado y en la estantería todo tipo de botes; Cola Cao, miel, café… Mi preferido, que además estoy pensando que ya no sé dónde lo podré encontrar, era un tarro de “Deshollinador del Tío Juan Cruz”, una fórmula de miel con propóleo y zumo de limón, que te quita los catarros en dos días.

Más en el centro, estaban las latas de conservas. Mejillones, sardinillas, atún, zamburiñas y doscientas mil cosas más. Y abajo, los cajones de las legumbres (lentejas, garbanzos, alubias, verdinas…). Todas a granel.

Turrones, frutas escarchadas, magdalenas y rosquillas te recibían al entrar por la puerta central (tenía tres puertas de muelle fácil, de las que chirrían al abrirse) y al lado de la caja de la derecha, frutos secos y patatas fritas. Patatas La Madrileña. La cantidad de sábados que nos hemos acercado a coger cuarto de patatas y unas latas de cerveza para hacer la caja de manera más distendida.

La parte de la derecha del negocio estaba dedicada a los dulces (caramelos, golosinas, etc), y a otras cosas. Y ahí es donde se me termina de caer el alma a los pies: en ese rincón era donde yo hice mis primeras compras. Ahí, con 6 ó 7 años,  me compré yo mis primeras canicas... Una pena.

Los centros comerciales, las grandes superficies y las compras on-line hacen que se vaya perdiendo el tejido comercial de los barrios. En Vallecas ya solo hay bares, casas de apuestas, farmacias, fruterías, compro oro y peluquerías/uñas. Tan solo sobrevivimos una tienda de ropa de trabajo, una papelería regentada por la mismísima Rosalía de Castro (entras allí y todo es en blanco y negro, te lo juro) y el lugar donde habitan los números de tu Suerte, que por cierto, son estos











Víctor M. de Francisco.

Jo, qué penilla me
da el post de hoy.

viernes, 1 de febrero de 2019

La juventud y nuestro divino tesoro.

El martes pasado llegó a mis manos esta cita:


Que levante la mano el que no esté de acuerdo con todo eso. Hay mucha gente que piensa que hemos llegado al límite. Que la sociedad va a ir a peor. Que la juventud de hoy en día está muy preparada académicamente, pero sin embargo no están listos para lo que se les viene encima. El progreso morirá.

El que escribió esa cita seguro que lo hizo preocupado por el futuro que le esperaba al Ser Humano. Sin ninguna fe en que los jóvenes pudieran salir adelante. Pero mira… 24 siglos después, aquí estamos.

La frase la escribió Sócrates, que vivió allá por el año cuatrocientos y pico, antes de Cristo. Que por cierto, le he buscado en Wikipedia, y he descubierto que nació en el mismo sitio donde yo llevo instalado ya hace unos añitos: en Alopece.

Así que adoptemos una posición más optimista ante la vida. Confiemos en nuestros chavales. Y sobre todo, tratemos de adaptarnos a los cambios que tan poco nos gustan, porque la vida y el progreso siguen su curso, aunque a veces nosotros no estemos de acuerdo.

Por mi parte, os voy a dar un motivo para encontrar ese optimismo: esta noche hay un Bote en Euromillones de 120 millones de euros, que con las retenciones correspondientes, se quedaría en unos 96 millones. Y ¿sabéis cuántas participaciones hay de nuestra Peña para hoy? Justo: 96.

El cálculo de cuánto nos tocaría a cada uno parece bastante sencillo ¿no?


Este mismo fue el que dijo eso de “solo sé que no sé nada”.

Yo sin embargo, solo sé que estoy deseando enviaros un mensaje el lunes, que os haga pegar un bote de alegría.

Buen fin de semana.


  Víctor M. de Francisco
El día entero filosofando.

viernes, 25 de enero de 2019

Moda, metira e influencers

Todo es mentira.

Eso dice siempre un amigo mío. Y no le falta razón. Al hilo del post de la semana pasada, hoy os traigo algo del mismo estilo; El otro día me enteré de un experimento que se había hecho en California y que al menos, da mucho que pensar.

Una cadena de zapaterías estadounidense llamada Payless, se “inventó” una tienda de lujo de la noche a la mañana a la que llamó Palessi (lo podéis buscar en Internet). ¿Qué fue lo que hizo? Alquiló una tienda en el mejor sitio de Santa Mónica, la decoró a todo trapo y organizó una fiesta de inauguración espectacular, a la que invitó a famosos y a unas 80 influencers.

Aquí hago un pequeño receso para explicarle a mi madre (mi más fiel lectora) qué es una influencer. Digo una, porque normalmente son chicas que puedes encontrar en las redes sociales, especialmente en Instagram, que tienen cientos de miles (a veces millones) de seguidores. Y a las que las marcas les dan ropa, zapatos, bolsos, etc. para que ellas aparezcan en las fiestas vestidas con ellos. Es la nueva forma de hacer publicidad. Yo te doy un reloj y tú en Instagram comentas lo bonito que es y lo que le gustó a la novia de Cristiano Ronaldo cuando se lo enseñaste en la fiesta de inauguración de Loewe, por ejemplo.

Estas chicas, cuantos más seguidores tengan, más influencia tienen y por tanto, mejor viven y más cobran. Les invitan a restaurantes, viajes, fiestas y todo tipo de eventos.

Pero bueno, volvamos a la tienda Palessi.

La fiesta resultó un éxito. La clientela estaba encantada con el glamour y la elegancia que se respiraba por todas partes. Mientras, los mismos zapatos que en Payless costaban 19,99$, se llegaron a vender a 640,00$ en Palessi. Y la gente lo pagaba encantada porque “notaba” que el producto tenía una calidad excepcional.

Aquella noche se recaudaban miles de dólares cada hora.

Lo cachondo es que al día siguiente, los responsables del experimento desvelaron que los zapatos de Palessi realmente eran de Payless y que costaban infinitamente menos. De hecho, devolvieron el dinero a todos los clientes y les regalaron los zapatos, demostrando así que la moda puede estar al alcance de todo el mundo y desmitificando el trabajo de las influencers, que lo único que hacen muchas veces, es decidir si una prenda, un alimento, una acción, etc. es chic o no.

Si no, cómo os explicáis que de repente todo el mundo lleve americanas de cuadros, botas de mosquetero, una camiseta con el logo de Levi’s, o prendas con “animal print” (a esto último no os animéis, que yo creo que ya llegamos tarde). Pero no solo eso. También es curioso que de un tiempo a esta parte, a todo el mundo le dé por hacerse un tatuaje o por dejarse barba. ¿No os resulta curioso?

¿Nos estarán haciendo lo mismo con el pensamiento…? A lo mejor hay influencers políticos, económicos, culturales, etc. y no nos estamos dando cuenta (si pudiera, aquí pondría el emoticono ese que mira al infinito mientras se acaricia la barbilla).

Por cierto, si buscáis en Internet, hay otro experimento parecido sobre la “creación” de una influencer. Lo hizo la agencia H2H y resulta también interesantísimo. Explica por ejemplo, cómo comprar seguidores en Instagram (pagando 500€ de repente puede que te sigan hasta 10.000 “personas”).

En fin, que a veces es verdad que parece todo mentira…

…Hasta que llego yo con una verdad irrefutable: esta semana tampoco nos va a tocar nada con estas combinaciones


O quizá también sea mentira lo que os acabo de decir.


Víctor M. de Francisco
LA PRESILLA
Your lucky influencer

viernes, 18 de enero de 2019

Una estrella Michelín

Chicos, creo que no habéis elegido la Peña adecuada.

Para que te toque la Lotería, supongo que tendrás que relacionarte con gente sibarita a la que le guste el glamour y el lujo. Y ese no soy yo. Nunca me ha gustado mucho la ostentación.

Pero es que el fin de semana pasado lo comprobé una vez más:

Algunos de vosotros sabéis que entreno a un equipo de Baloncesto de chavalillos. Pues bien, al final de la temporada pasada, los padres tuvieron el detalle de regalarme una caja de estas que incluye un vale para vivir una experiencia única con mi mujer: un spa, una noche de hotel, un viaje en globo o una experiencia gastronómica. Yo, que soy más de que me ganen por el estómago, elegí una comida en un restaurante de Segovia con una estrella Michelín.

Increíble. ¡Siete platos! Pero además platos grandes eh... Platos tan grandes, que lo que es la comida pasaba inadvertida. Yo lo había escuchado en los monólogos de Leo Harlem, pero es que es tal cual.

El primero era un aperitivo frío: esferificación de vermut con oliva. Lo que viene siendo una aceituna envuelta en una especie de pompa que al romperla en la boca sabe a vermut. Supongo que la técnica para realizar la pompa debe ser brutal, pero coño, era ¡una aceituna!

Después de otros tres aperitivos similares, empezamos por fin, con los principales.

El primer principal (que era el quinto plato) era “Bacalao acompañado de salsa puturruá con alcachofitas confitadas”. El nombre de la salsa me lo he inventado, claro. Y las dos alcachofitas, aunque el diminutivo las definía perfectamente, parecían el padre y la madre del bacalao.

Lo que os decía, que yo no valgo para ser rico.

Lo que estaba muy rico, por cierto, era el cochinillo. El plato estrella. Lógico, en Segovia... Estaba delicioso, pero hacedme un favor: poned la yema del dedo índice de vuestra mano derecha sobre la primera falange del dedo índice estirado de la mano izquierda. Así era la “ración” de cochinillo. Os lo juro. Casi hubiera preferido que estuviese malo.

¿Y el postre? El postre era una bolita (por no decir una canica) de helado con un sombrerete de higo. El sombrerete era una lámina de higo, que le dije a mi mujer, “mira, hay seis comensales en todo el restaurante. Yo creo que con un solo higo han hecho el postre de todos los que estamos aquí”.

Así que cómo os van a tocar los millones conmigo, si yo soy más de unos huevos fritos con patatas. Que estuve a punto de decirle al camarero: “Me trae un palillo de dientes, por favor, que se me ha quedado ahí un trozo y voy a aprovechar para repetir de cochinillo”

En fin, os presento un crujiente de Primitivas, sobre lecho de Jókers, maridado todo el conjunto con una emulsión de décimos pa´l sábado y macerado durante cuatro semanas, que son durante las que jugamos estas combinaciones.


Buen provecho.


Víctor M. de Francisco
LA PRESILLA
Una Estrella Michelín:
Premios minúsculos sobre
textos amplísimos.

viernes, 11 de enero de 2019

Sem. 2 de la Peña Kiribati.

Feliz Año, que estamos a 11 y todavía no os he dicho casi nada.

Os cuento un poco el objetivo de esta Peña, para refresco de casi todos y para información de algunos nuevos que me habéis ido trayendo los veteranos (muchas gracias, por cierto).

Objetivo solo hay uno en realidad: forrarnos.

Pero como sé que es muy difícil a pesar de que jugaremos en más de 200 sorteos al cabo del año, pues al menos pasaremos un ratillo semanal fantaseando con que nos toque la lotería para hacer cada uno lo que nos dicten nuestros sueños. En mi caso, es ir a las Islas Kiribati (de ahí el nombre de la Peña). Empezó la cosa a lo tonto, pero oye, que las he cogido mucho cariño.

Por cierto, muchas gracias a todos aquellos que me pasáis información sobre las Kiribati. Mola, sobre todo porque es una forma de compartir la misma ilusión. Yo soy de la opinión de que cuantos más aunemos nuestra energía positiva para enfocarla hacia el mismo sitio, más probabilidades de éxito tendremos. Es una chorrada, lo sé. Pero el pensamiento es libre ¿no?

Así que poneros todos a pensar en estas combinaciones, a ver si empezamos el año con buen pie.


En cualquier caso, mi consejo es que no esperéis a que nos toque la Lotería. Forraros ya, que hace más frío que en la tumba de Walt Disney.

Un abrazo.




Víctor M. de Francisco.

 2.019 suma 12,
que es mi número