viernes, 20 de noviembre de 2020

Tuvalu

 Viendo el título, algún friki del hipódromo pensará que voy a hablar de caballos, porque hay uno que se llama así. Pero no. Voy a hablar de Tuvalu porque como acabaremos todos viviendo en Kiribati, es bueno que vayáis conociendo los alrededores.

 Tuvalu es uno de los países más pequeños del mundo. Consta de 9 islas que están donde Cristo perdió el mechero. A 4.000 kms. de Sidney por un lado y a 4.000 kms. de Hawaii por el otro. Lo único que le pilla relativamente cerca, son las Kiribati.

Pero no solo os traigo este tema para que vayáis programando excursiones. No. Es que además, Tuvalu tiene cierto paralelismo con nosotros.

Lo explico:

· Ya os he dicho que es muy pequeño (10.000 habitantes). Además llegar hasta allí es caro y muy complicado. De hecho recibe unos 2.000 turistas al año, lo que supone que sea el país menos visitado del mundo según la Organización Internacional del Turismo. Fijaos cómo será, que hay una calle que cruza la pista de aterrizaje del aeropuerto, en la que por otro lado, se realizan más partidos de fútbol entre chavales a la semana, que aterrizajes.

 Pues eso, pequeño, con pocos habitantes y una infraestructura muy pobre. Como la Peña Kiribati de La Presilla.                                                                                                                                                                    

· Otra característica que nos une es que ambas estamos al borde de la desaparición. Nosotros, porque como sigamos cobrando 3,10€ al mes (como en octubre), vamos a terminar por desaparecer. Y ellos, porque la elevación más alta que tienen son 5 metros sobre el nivel del mar. Y se calcula que con el deshielo de los polos, en 10 años las 9 islas quedarán sumergidas.

 · Pero hay otra semejanza entre ellos y nosotros. Y esta vez es buena. Ellos no tienen espacio para la agricultura ni para la industria. Viven fundamentalmente de dos cosas: de la pesca (digamos que es su trabajo) y de no hacer nada. Así, como lo oyes (si lees en voz alta, claro). El 10% de su PIB viene determinado simplemente por un golpe de suerte. Volviendo al mundo hípico, lo que tuvieron en su día fue muchísima potra; Como sabéis, todos los países del mundo tienen un dominio de nivel superior geográfico. Vamos, lo que viene siendo el .es para España, el .fr para Francia o el .mx  para México.

 El caso es que a Tuvalu le correspondería .tu, que de hecho está libre. Pero no. Le tocó .tv

 El reparto se hizo en 1995 y aquello pasó totalmente desapercibido. Pero claro, internet se fue desarrollando, y muchos portales de televisión y entretenimiento quisieron tener su dominio .tv

 Esto significa que Verisign (la empresa que se encarga de esto de los dominios) le suelta a Tuvalu 5.000.000$ cada año así, simplemente porque sí.

 Y lo cachondo es que los tuvaluanos están como locos por que llegue el 2021, porque es la fecha de renovación del contrato y aspiran a duplicar la cifra para los próximos 10 años.

 Y he aquí la tercera coincidencia. Nosotros también tenemos nuestro trabajo, pero nos vamos a llevar una pasta (no me importaría que fueran 5 millones al año) por no hacer nada, salvo aguantarme la chapa semanal, gracias a estas combinaciones que como os dije el otro día, he retocado un poquillo

 

 

 

 

 

Cualquier día… www.lapresilla.ki

 

La leyenda del granjero

 

Cuenta la leyenda que en cierta ocasión, a un granjero se le escapó su mejor caballo. Los vecinos fueron a consolarle y le dijeron que había tenido muy mala suerte. Pero él les contestó que era difícil saber si ese hecho era bueno o malo.

A los pocos días, el caballo regresó a la granja en compañía de siete magníficos caballos salvajes. Entonces el vecindario vino a felicitarle y comentaron la buena suerte que había tenido. Pero él replicó diciendo: “es difícil saber si este hecho es bueno o malo”.

 

Dos días después, el hijo del granjero, intentando domar a uno de los caballos salvajes, cayó y se rompió una pierna. Entonces hubo una parte del pueblo que pensó: “yo no voy a ir a decirle nada al tío ese, que es un pedante. Siempre con la misma cantinela”. Pero la otra parte del pueblo sí acudió para interesarse por el chaval. Fue entonces cuando el panadero le dijo al granjero: Qué pena ¿no? Y este le respondió “¿pena? ¿Por qué? Es difícil saber si ese hecho es bueno o malo.

 

No habían pasado ni dos semanas cuando se declaró la guerra y vino una brigada del ejército a reclutar al chaval. Pero en el estado que tenía la pierna, consideraron que era absurdo hacerle ir a la guerra.

 

Ya nadie fue a darle la enhorabuena. Los tenía a todos hartos siempre con el mismo comentario.

 

Sin embargo, en el mercadillo de la plaza no se hablaba de otra cosa, y eran muchos los que, con voz burlona repetían lo de “es difícil saber si este hecho es bueno o es malo”.

 

Lo que hacía el granjero era únicamente tratar de no etiquetar constantemente las situaciones. Porque muchas veces ante escenarios presumiblemente negativos, tendemos a perder demasiado tiempo en lamentaciones. Incluso a veces, nos podemos paralizar. Y del mismo modo, ante hechos positivos podemos caer en la tentación de dejarnos llevar hasta el punto incluso, de no saber aprovechar lo obtenido.

 

Por tanto, vivamos la vida tal como nos viene, sin tratar de juzgarlo todo, porque hay un componente de azar que no depende de nosotros, y que debemos aceptar para poder seguir trabajando en lo que sí está en nuestras manos.

 

No debemos perder tiempo examinando cada cosa que nos ocurre en la vida. Simplemente vivámosla.

 

Hasta aquí la leyenda y su moraleja.

 

Pero a mí siempre me han hecho mucha gracia estos cuento de autoayuda que tratan de cambiar tu forma de ser. A ver quién es el guapo que esta noche, cuando vea que hemos acertado los 5 números y las dos estrellas del Euromillones, que diga sin ni siquiera media sonrisilla: “es difícil saber si estos 64 millones de euros que nos acabamos de llevar son un hecho positivo o negativo”...

 

Ahí tenéis las combinaciones.

 

 

 

 

 

L A   P R E S I L L A

Qué cansino el granjero.