Desde hace
unos días tengo un sentimiento que no sé definir. No sé ni siquiera si
es bueno o es
malo.
A ver si me podéis
ayudar...
El tema es
ya me van cayendo un porrón de años,
y la mala forma
física en la que me encuentro y la ausencia de pelo en el ático tampoco invitan
a que la cosa vaya mucho mejor. Ya sabéis, el que te hablen de usted, el que te
llamen señor... vamos, que cualquier día me ceden el asiento en el autobús. Sí,
sí, reíros, pero a muchos de vosotros también os pasa, a ver si no lo vais a
reconocer.
El caso es
que a pesar de estos detalles, yo me siento fenomenal conmigo mismo y nunca he
tenido demasiadas "comeduras de tarro" con estas cosas. Pero sí es verdad que
siempre he pensado que la calvorota, las bolsas en los ojos, etc. le van
haciendo a uno mayor.
Sin embargo,
y aquí es donde viene la historia, nos fuimos a esquiar unos días y me pasó dos
veces, que me subí a un telesilla enfundado en mis esquís, mi pantalón, la
cazadora, los guantes, la braga, las gafas, el casco... y el de al lado me habló
de usted.
Y joder, al
principio me mosqueó. Parezco un "carca" hasta cuando no se me
ve.
Pero luego,
reflexionando sobre la chorrada, llegaba a la conclusión de que tenemos un
aspecto, una comunicación gestual o no sé qué narices, que da igual cómo seamos.
Y al final eso es bueno; hay que ser feliz en cada momento con la edad que toca.
Y da igual que seas gordo, calvo, bajo o cojo. La gente te va a ver como una
persona de tu tiempo y punto.
Conclusión:
da igual el aspecto físico, de lo que se trata simplemente es de ser feliz. Y yo
os traigo la receta ideal para llegar a la felicidad por la vía rápida. Esta
es
Yo sigo
dándole vueltas a lo del telesilla... No sé, igual llevaba los cascos muy altos
y se escuchaban las canciones de Mocedades.
Un abrazo
muy fuerte.
LA
PRESILLA
Ofreciendo
Fortuna
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1.924
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