viernes, 29 de enero de 2021

Inversiones

 La vida es una tómbola.

 Quién iba a decir el año pasado por estas fechas que las empresas de papel higiénico o mascarillas batirían todos los récords de ventas...

 Pero así fue.

 Las inversiones en Bolsa son un poco igual. Tú apuestas por el Bitcoin y de repente, se requetequintuplica su valor. O no. ¿De qué depende? Pues la mayoría de las veces, no lo sabe nadie. Mirad por ejemplo AstraZeneca, que subió como la espuma hace unos días y ahora anda de batacazo.

Y es que es lo que os decía: hay un factor suerte que es impredecible. Mirad por ejemplo, los fabricantes de palas. Se han puesto las botas en enero. Porque quién no ha empuñado una pala este mes, aunque solo sea para sacarse una foto...

Es verdad también que hay otros productos que se ven venir de lejos. Las jeringuillas son una clara muestra; llevamos un año entero hablando de a ver cuándo llega la vacuna de una vez. Porque está claro que tarde o temprano tenía que llegar. Yo solo espero que se hayan hecho correctamente las previsiones y no terminemos con las estanterías llenas de viales y sin medios para administrarlos.

Dicho esto y aunque yo solo soy vuestro Gestor de Inversiones de Ocio, os voy a dar un par de tips, que me da a mí que van a ser rentables a corto plazo:

  • La primera es una empresa que aún no se oye mucho, pero que se va a empezar a poner de moda, ya lo veréis, que se llama Sanofi. Muy buena gente.
  • Y el segundo consejo, es que compréis toneladas de vaselina. Es un valor seguro. Se rumorea que van a empezar a realizarse PCRs anales. Ahí lo dejo

En cualquier caso, si finalmente no fuese así, tal y como se están poniendo las cosas y con las decisiones que se toman desde las distintas instituciones, tampoco nos iba venir mal. Ya me entendéis.

De momento, dónde vamos a volver a invertir el mes que viene, es en estas combinaciones. Porque como les ha pasado a los vendedores de trineos, cualquier día de estos, nos hacemos Trending Topic.

 

 

La semana que viene os diré cuánto hemos cobrado de la participación de enero y empezaremos ya con el ciclo de febrero. 

Hasta entonces, un abrazo para todo el mundo y feliz fin de semana.

 

 

 

 

 

 

 

Víctor M. de Francisco

Personal G.I.O.

 

viernes, 22 de enero de 2021

Centralia II

 El mundo está tristón. No salimos de una y nos metemos en otra. Vivimos tiempos que parecen apocalípticos. Y además, el frío, que en general los españoles no lo llevamos bien.

 Por eso os traigo calorcete.

 Por cierto, ayer fue el Día Internacional del Abrazo. Y hay muy poquitas cosas que den más calor (del reconfortante) que un buen abrazo.

En realidad, la historia que os cuento hoy sube la temperatura, pero reconfortante tampoco es, la verdad. Eso sí, leyéndola he encontrado algunas similitudes con la actualidad. A ver si os pasa también a vosotros...

Centralia era un pueblecito de Pensilvania. El típico pueblo americano que aparece en cualquier película: calles anchas, casas unifamiliares, jardines con césped...

 A finales del s.XIX llegó a tener 3.000 habitantes. Y la gran mayoría vivían de las minas de carbón.

El caso es que en 1962 se contrató a una brigada de bomberos para limpiar un vertedero que había a las afueras de la ciudad. Y a esta gente no se le ocurrió otra cosa que hacer un montón gigante y echar una cerilla. Aquello lógicamente comenzó a arder y en algún momento, el fuego conectó con alguna fuga de gas proveniente del laberinto de minas situadas en el subsuelo del pueblo.

 ...Y hasta hoy. Lleva casi 60 años ardiendo por dentro. Entre otras cosas porque nunca llegaron a ponerse de acuerdo el Ayuntamiento, el Condado y el propio Estado de Pensilvania en cómo sufragar los gastos de la extinción.

Lo que al principio era incluso divertido, se fue haciendo paulatinamente más peligroso. Cada vez era más habitual que hubiera explosiones por escapes de gas y como es lógico, la gente fue abandonando la ciudad. Hoy en día quedan 8 vecinos. No sé si por su valentía o por la comodidad de tener suelo radiante en sus vidas.

 En cualquier caso, por muy calentito que se esté allí, yo prefiero mandaros a las Kiribati con estas reconfortantes combinaciones

 

 

Un caluroso abrazo.

 

 

 

 

Nunca olvides que hoy puede

ser el día menos pensado.

 

 

 

 

 

viernes, 15 de enero de 2021

Centralia I

 Perdonadme, de verdad.

Hay gente que me dice que sigue en la Peña solo por los relatos… Pobrecillos. Absolutamente abandonados los tengo.

Pero prometo volver. De hecho, para hoy me había propuesto ofreceros una historia para entrar en calor. Es muy difícil ser original estos días porque todo el mundo habla de nieve, ovnis, futuras inundaciones e incluso el cubata del 2021. Así que hoy os iba a contar la historia de una ciudad que lleva años ardiendo.

 Pero me ha vuelto a pillar el toro. Lo siento.

 Aunque mira, ha servido para hacer una cosa que no había hecho en todos estos años: poner un título sugiriendo que habrá una segunda parte.

 Os dejo las combinaciones, que tal como está la cosa, tanto va el cántaro a la fuente, que acabará resbalando.

 

 

Un abrazo.

 

 

 

 

 

Seguro que alguien ya ha

tirado de Google para ver

qué es eso de Centralia.

jueves, 17 de diciembre de 2020

Federico

 Faltan dos semanas para que termine el año.

 

Sabéis que cada semana trato de contaros cualquier tontería que os haga olvidar que soy malísimo eligiendo los dichosos numeritos.

 

A lo largo del año os he hablado de lugares, de hechos históricos, de personas... Y me encanta cuando alguna vez alguien me escribe diciendo que le he arrancado una sonrisa. Pero sin embargo, hoy voy a ponerme serio porque llevo tiempo pensando que debería dedicar un post a Federico y a toda esta maldita situación que estamos viviendo.

 

Hablamos de números, de estrellas o de combinaciones, pero no nos damos cuenta de que la verdadera suerte es que no nos pase nada. Que sigamos con nuestras rutinas y que veamos las cifras de fallecidos simplemente como una mera estadística.

 

Cuando mi hija empezó Educación Infantil en el colegio (este año termina Bachillerato), no recuerdo qué día ni por qué (aunque no soy yo de necesitar muchos motivos), decidimos tomarnos un café al dejar a las niñas. Al día siguiente repetimos. Y al día siguiente y al siguiente. Acabamos formando un grupo de cuatro personas (Carlos, Javi, Federico y yo) al que de vez en cuando se unía alguien.

 

Cada mañana de colegio durante 10 años, hemos “arreglado el país”, nos hemos picado con los resultados de nuestros equipos de fútbol (éramos 2 contra 2), hemos reído e incluso se nos ha escapado más de una lagrimilla, siempre alrededor de unos cafés.

 

Bueno, siempre no. Porque la tradición obligaba a que el último día de colegio antes de Navidad y el último de día de curso, el desayuno debía consistir en unos huevos fritos con patatas y jamón. Esos seguramente habrían tocado un día como hoy.

 

Pero ya nunca más podrá ser, porque este maldito coronavirus se llevó a Federico en el momento de mayor desconocimiento y crudeza de la situación.

 

Disculpad el tono grave de hoy, que además no hay manera de relacionar esta vez con las combinaciones que aparecen más abajo. Además, no es el primer miembro de la Peña que nos deja. Estoy pensando en el queridísimo (también por muchos de los que estáis ahí) Pepe. Pero es que hoy sentía la necesidad de tomarme esos huevos fritos, aunque sea de esta manera tan rara.

 

Lo dicho. Os dejo las combinaciones en las que por cierto, jugamos un par de décimos de Navidad.

 

 

 

 

 

 

viernes, 11 de diciembre de 2020

VALORACIONES

 Vivimos en una sociedad en la que todo necesita ser valorado. Y sinceramente, a mí eso no me gusta nada.

 

Reconozco que hay determinados sectores en los que la valoración es muy útil. Por ejemplo, si vamos a un restaurante o a un hotel, la valoración de los clientes sobre aspectos como la limpieza, la calidad, etc. la verdad es que vienen muy bien.

 

Pero hay otros tipos de valoraciones que a mí me ra… (venga, me la juego: con ll) me rallan un montón. Y son las evaluaciones que se hacen más para penalizar al trabajador/a que para dar una idea de cómo es la empresa. Seguro que os ha pasado que después de una conversación telefónica, el otro interlocutor ha terminado la conversación diciéndote: “ahora saldrá una breve encuesta, pero cualquier nota por debajo del 9 es un suspenso para mí”. Pero ¿esto qué es? ¿Que un 8 es un suspenso? Además, si lo único que me has dicho es que apague el router y lo vuelva a encender. ¿Cómo se puede valorar eso?

 

Estos últimos años (yo creo que gracias a Dios ya lo han quitado) cuando ibas al Hipercor, antes de pagar tenías que pulsar cara triste, normal o contenta en función de cómo te habían tratado. Al final descubrí que abajo en pequeñito había un botón que decía que renunciabas a contestar. Y es que ese tipo de encuestas, no hacía ningún bien a la persona que te había atendido. Simplemente, si se ponía la cara contenta, que era lo que hacía todo el mundo por la vergüenza de puntuar mientras te estaban mirando, el centro podía alardear de la magnífica calidad que ofrece. Y si se pone la cara triste, porque en ese momento el que te ha atendido está contigo y a la vez, resolviendo un par de marrones que le han caído, pues aumentan sus posibilidades de ser despedido en momentos de reducción de personal, y además con la prueba objetiva de la valoración de los clientes.

 

En nuestro caso, yo sé con bastante precisión dónde estamos: Ali tiene un carácter más bien seco, en ocasiones incluso amargo (en toda aldea tiene que haber un pitufo gruñón), pero es como un reloj. A Paloma a veces le falta un poco de velocidad en ventanilla, pero porque es un amor. Si viene una persona mayor, le ayuda. Si es alguien con problemas, le escucha. Si vienen con perro, les da una chuche…  Jesús el pobre hombre, acaba de empezar a trabajar con nosotros y va aprendiendo el oficio a base de darse trastazos. Pero de todos sale victorioso y lo más importante, sacándole una sonrisa al cliente. Y yo soy tan desordenado que mi mesa, en vez de una mesa de trabajo, parece un monumento conmemorativo al huracán Katrina, pero aunque esté mal que hable de mí mismo, soy como la impresora, multifunción.

 

Es verdad que de vez en cuando recibimos por Google buenas valoraciones, que sinceramente no me afectan ni la quinta parte de lo que me afectan las que son negativas. Esas sí que duelen. Porque creo que las cuatro personas que formamos La Presilla damos el 100% (es una chorrada eso de dar el 120%, porque no se puede dar por encima del máximo).

 

En resumen, que entre los cuatro sacamos una carga de trabajo en estas fechas, impropia de un comercio pequeño como el nuestro. Y que yo tengo mi propio patrón de valoraciones: os parecerá una chorrada, pero el “hasta mañana” de un cliente, la conversación anual de minuto y medio con gente de Barcelona, Lugo, Málaga, Palencia, Fuerteventura o cualquier otro punto de España, con la que increíblemente se establecen lazos de microamistad, o la viejecilla que te da el monedero y te dice “anda hijo, cógeme tú el dinero que sea, que yo de vosotros me fío”son valoraciones que al menos a mí, me reconfortan infinitamente más que las estrellas que nos puedan dar en Facebook.

 

Hablando de estrellas, no me importaría que esta noche salieran el 2 y el 8 en las estrellas de Euromillones. Y ya puestos, que saliera el 8, el 16, el 17, el 39 y el 43. ¿Os imagináis…? 200 millones de euros (menos retenciones) a repartir entre 76 elementos.

 

 

Me iba a despedir, pero los cuatro que leéis esto os habéis tirado a la calculadora a ver a cuánto os toca y me he quedado solo.

 

 

 

 

 









Os paso enlace de Terau Beach Bungalow

que tiene 5 estrellas en Trip Advisor

https://www.tripadvisor.es/Hotel_Review-g15517949-d15244061-Reviews-Terau_Beach_Bungalow-Taburao_Gilbert_Islands.html

viernes, 20 de noviembre de 2020

Tuvalu

 Viendo el título, algún friki del hipódromo pensará que voy a hablar de caballos, porque hay uno que se llama así. Pero no. Voy a hablar de Tuvalu porque como acabaremos todos viviendo en Kiribati, es bueno que vayáis conociendo los alrededores.

 Tuvalu es uno de los países más pequeños del mundo. Consta de 9 islas que están donde Cristo perdió el mechero. A 4.000 kms. de Sidney por un lado y a 4.000 kms. de Hawaii por el otro. Lo único que le pilla relativamente cerca, son las Kiribati.

Pero no solo os traigo este tema para que vayáis programando excursiones. No. Es que además, Tuvalu tiene cierto paralelismo con nosotros.

Lo explico:

· Ya os he dicho que es muy pequeño (10.000 habitantes). Además llegar hasta allí es caro y muy complicado. De hecho recibe unos 2.000 turistas al año, lo que supone que sea el país menos visitado del mundo según la Organización Internacional del Turismo. Fijaos cómo será, que hay una calle que cruza la pista de aterrizaje del aeropuerto, en la que por otro lado, se realizan más partidos de fútbol entre chavales a la semana, que aterrizajes.

 Pues eso, pequeño, con pocos habitantes y una infraestructura muy pobre. Como la Peña Kiribati de La Presilla.                                                                                                                                                                    

· Otra característica que nos une es que ambas estamos al borde de la desaparición. Nosotros, porque como sigamos cobrando 3,10€ al mes (como en octubre), vamos a terminar por desaparecer. Y ellos, porque la elevación más alta que tienen son 5 metros sobre el nivel del mar. Y se calcula que con el deshielo de los polos, en 10 años las 9 islas quedarán sumergidas.

 · Pero hay otra semejanza entre ellos y nosotros. Y esta vez es buena. Ellos no tienen espacio para la agricultura ni para la industria. Viven fundamentalmente de dos cosas: de la pesca (digamos que es su trabajo) y de no hacer nada. Así, como lo oyes (si lees en voz alta, claro). El 10% de su PIB viene determinado simplemente por un golpe de suerte. Volviendo al mundo hípico, lo que tuvieron en su día fue muchísima potra; Como sabéis, todos los países del mundo tienen un dominio de nivel superior geográfico. Vamos, lo que viene siendo el .es para España, el .fr para Francia o el .mx  para México.

 El caso es que a Tuvalu le correspondería .tu, que de hecho está libre. Pero no. Le tocó .tv

 El reparto se hizo en 1995 y aquello pasó totalmente desapercibido. Pero claro, internet se fue desarrollando, y muchos portales de televisión y entretenimiento quisieron tener su dominio .tv

 Esto significa que Verisign (la empresa que se encarga de esto de los dominios) le suelta a Tuvalu 5.000.000$ cada año así, simplemente porque sí.

 Y lo cachondo es que los tuvaluanos están como locos por que llegue el 2021, porque es la fecha de renovación del contrato y aspiran a duplicar la cifra para los próximos 10 años.

 Y he aquí la tercera coincidencia. Nosotros también tenemos nuestro trabajo, pero nos vamos a llevar una pasta (no me importaría que fueran 5 millones al año) por no hacer nada, salvo aguantarme la chapa semanal, gracias a estas combinaciones que como os dije el otro día, he retocado un poquillo

 

 

 

 

 

Cualquier día… www.lapresilla.ki

 

La leyenda del granjero

 

Cuenta la leyenda que en cierta ocasión, a un granjero se le escapó su mejor caballo. Los vecinos fueron a consolarle y le dijeron que había tenido muy mala suerte. Pero él les contestó que era difícil saber si ese hecho era bueno o malo.

A los pocos días, el caballo regresó a la granja en compañía de siete magníficos caballos salvajes. Entonces el vecindario vino a felicitarle y comentaron la buena suerte que había tenido. Pero él replicó diciendo: “es difícil saber si este hecho es bueno o malo”.

 

Dos días después, el hijo del granjero, intentando domar a uno de los caballos salvajes, cayó y se rompió una pierna. Entonces hubo una parte del pueblo que pensó: “yo no voy a ir a decirle nada al tío ese, que es un pedante. Siempre con la misma cantinela”. Pero la otra parte del pueblo sí acudió para interesarse por el chaval. Fue entonces cuando el panadero le dijo al granjero: Qué pena ¿no? Y este le respondió “¿pena? ¿Por qué? Es difícil saber si ese hecho es bueno o malo.

 

No habían pasado ni dos semanas cuando se declaró la guerra y vino una brigada del ejército a reclutar al chaval. Pero en el estado que tenía la pierna, consideraron que era absurdo hacerle ir a la guerra.

 

Ya nadie fue a darle la enhorabuena. Los tenía a todos hartos siempre con el mismo comentario.

 

Sin embargo, en el mercadillo de la plaza no se hablaba de otra cosa, y eran muchos los que, con voz burlona repetían lo de “es difícil saber si este hecho es bueno o es malo”.

 

Lo que hacía el granjero era únicamente tratar de no etiquetar constantemente las situaciones. Porque muchas veces ante escenarios presumiblemente negativos, tendemos a perder demasiado tiempo en lamentaciones. Incluso a veces, nos podemos paralizar. Y del mismo modo, ante hechos positivos podemos caer en la tentación de dejarnos llevar hasta el punto incluso, de no saber aprovechar lo obtenido.

 

Por tanto, vivamos la vida tal como nos viene, sin tratar de juzgarlo todo, porque hay un componente de azar que no depende de nosotros, y que debemos aceptar para poder seguir trabajando en lo que sí está en nuestras manos.

 

No debemos perder tiempo examinando cada cosa que nos ocurre en la vida. Simplemente vivámosla.

 

Hasta aquí la leyenda y su moraleja.

 

Pero a mí siempre me han hecho mucha gracia estos cuento de autoayuda que tratan de cambiar tu forma de ser. A ver quién es el guapo que esta noche, cuando vea que hemos acertado los 5 números y las dos estrellas del Euromillones, que diga sin ni siquiera media sonrisilla: “es difícil saber si estos 64 millones de euros que nos acabamos de llevar son un hecho positivo o negativo”...

 

Ahí tenéis las combinaciones.

 

 

 

 

 

L A   P R E S I L L A

Qué cansino el granjero.