Acabamos
de terminar de tomar un tentempié y ya sé de lo que os voy a hablar esta semana.
Pero lo haré más tarde, porque ahora voy a aprovechar la papelera del bar donde
estamos para deshacerme de todos los papelajos que ya no sirven (entradas, mapas
ya usados...).
Ya
estoy aquí. Como os decía, he encontrado el tema adecuado, que es que hay cosas
que no son lo que parecen.
Si os
hablo de la esvástica o cruz gamada, seguro que la mayoría pensaréis en el
nazismo y asociareis la imagen con hechos violentos y
desagradables.
Sin
embargo, los mapas de las ciudades japonesas están plagados de cruces gamadas.
Porque este símbolo indica (desde mucho antes de la II Guerra Mundial ) la
presencia de un templo budista.
Es
curioso como un mismo símbolo (o casi, porque a veces pienso que está invertida)
puede significar odio y maldad, mientras en otro lugar, es símbolo de concordia
y paz.
Os
cuento esto para daros esperanza. Porque si pensáis en la Peña de La Presilla,
hombre odio no, pero que la asociáis a la mala suerte, empiezo a pensar que sí.
Y como os decía, nada es lo que parece. Quizá cualquier día, esta peña nos dé
una gran alegría

Hablando
de mala suerte, no sé cómo no me habéis sustituido todavía. Si os cuento la
última...
Me
voy al otro extremo del mundo (como sabéis, con la única finalidad de localizar
los números que os hagan ricos). De ahí me voy al extremo del extremo del mundo.
Entro en un templo, y dentro, medio escondido, veo una urna llena de papeles y
un cartel que dice que depositando 100 yenes puedo coger un papel de
la Suerte.
Entonces me invade la sensación del deber cumplido. Lo he
encontrado. Es justo lo que buscaba. Lo que todos estabais
esperando.
Dejo
los 100¥ (que suena a dineral, pero no llega al euro) y elijo cuidadosamente uno
de los papeles.
No
puedo esperar. Lo empiezo a desdoblar (exquisitamente doblado, por cierto) y me
encuentro un folio llenito de garabatos en japonés. Ni un número. Ni una letra
en latín. Todo casitas.
Así
que lo único que pienso es que mi misión no ha acabado. Tengo que traducirlo. Lo
vuelvo a doblar y lo guardo con el resto de papelajos que llevo (entradas, mapas
ya usados...).
Sí.
Efectivamente. Nuestro papel de la suerte ha acabado en la papelera del bar. Y
me doy cuenta ahora que he vuelto a la ciudad.
Pero
nada es lo que parece. No me preguntéis cómo, pero seguro que eso nos traerá
suerte. Ya lo veréis.
No hay comentarios:
Publicar un comentario