jueves, 25 de octubre de 2018

HYGGE

En la participación del fin de semana pasado no cobramos ni un céntimo.

El fin de semana pasado por cierto, nos hicimos una escapadita a Copenhague. Es que si no lo cuento, para qué sirve hacerlo… (je, je, es broma). No en serio, parece un lujo exótico, pero en realidad, hoy en día, con Ryanair y el concepto “Hostels”, un viaje así de sábado a domingo sale más barato que ir a comer al Txistu.

Os cuento esto porque aparte de encantarme la ciudad, sus canales, sus parques, su educación… me vine con una palabra universal nueva. Es danesa: Hygge. Ellos dicen que no tiene traducción. Que viene a definir esos momentos de placer tontorrón, como estar en casita al lado de la chimenea un día de mucho frío, o en una barbacoa rodeado de amigos, o tirado en el sillón escuchando la música que te gusta.

Es algo así como comodidad, placer… pero sin llegar al entusiasmo desmedido. Es disfrutar de las pequeñas cosas que te hacen feliz. Hay toda una filosofía alrededor de la palabreja esta que soy incapaz de pronunciar, porque no sé cómo se hace.

En fin, el caso es que hay una pequeña cosa (10,5x6 cm.)* que nos puede hacer muy felices esta noche. Hay un papelajo a nombre de cada uno de nosotros, en el que aparece esta imagen


¿Te imaginas? Yo creo que sí llegaríamos al entusiasmo. Y a la exaltación de la amistad. Y a meternos en esa agua tibia de las playas de Kiribati con el bañador en la cabeza.

*Es acojonante. He buscado una cinta de medir en Internet a tamaño real y Google me ha ofrecido una, en 0,36 segundos.

Muy chulo el rollo este del Hygge. Os recomiendo profundizar un poquillo. Yo lo voy a hacer y lo voy a practicar. Bueno, en realidad ya lo intento. De hecho, hace unos meses os envié un artículo que se titulaba “Disfrutemos de las tonterías”.

Pues eso…

Abrazo fuerte.



Víctor M. de Francisco
Hygge, higge, hooooo
LA PRESILLA


No hay comentarios:

Publicar un comentario