El tiro
libre.
Muchos de
los que recibís este mail entendéis de baloncesto. Y sabéis que no hay un tiro
más fácil y a la vez más complicado que el tiro libre. Es fácil porque no tienes
oposición, tienes cinco segundos para lanzar y se realiza desde una distancia
que está ya más que mecanizada. Conoces la mecánica, y simplemente se trata de
seguir una rutina y encestar un tiro tras otro como el que hace
churros.
Pero a la
vez es el más difícil. Y lo es casi casi por los mismos motivos: al no tener
oposición no se trata de un acto casi instintivo ante la acción del defensor,
sino que te da tiempo a pensar. Y no son 5 segundos los que piensas, qué va, son
muchos más porque desde que te hacen la falta, el árbitro se va a la mesa a
marcarla, los jugadores se colocan en los lugares señalados en la zona, y tú
mientras llevas un minuto rumiando el puñetero tiro libre. Y claro, cuanto más
tratas de evadirte, más pensamientos extraños te invaden la cabeza. Un día piensas:
“si el miércoles en el entrenamiento no metí ni uno, cómo los voy a meter
ahora…”
Otro, te dices
a ti mismo: “si el miércoles en el entrenamiento los metí todos, se me ha
agotado ya el cupo de esta semana…”
El caso es
que sí que tiras con oposición. La oposición de tu propia mente que hace que te
entren dudas. Y claro, con esa mentalidad da gracias si el balón al menos toca
el aro…
Sin
embargo siempre llega el día en el que de repente te sientes bien. Tu cabeza
está liberada de chorradas, tú te sientes ligero y tu cuerpo es como un muelle.
Y entonces sí. Sin saber por qué, se hace la luz y enchufas un tiro tras otro
como si no hubiera un mañana.
Os cuento
esto porque aunque he puesto el ejemplo del baloncesto, creo que es aplicable a
casi todos los órdenes de la
vida. A veces nosotros mismos, con nuestra forma de pensar
convertimos misteriosamente las cosas más sencillas en empresas ingobernables. Y
es que a mí no hay quien me quite que tenemos fuerzas ocultas en el cerebro que
aún no conocemos y que sabiéndolas dirigir, nos ayudarían a ser mucho más
felices. O al menos a ver la vida de una manera mucho más positiva.
En fin, a
lo que voy es que esta semana voy a dejar la mente en blanco, no voy a pensar en
que la semana pasada (ni la anterior, ni la anterior de la anterior, ni la
anterior de la anterior de…) no nos tocó nada, y voy a ser positivo y
optimista. Me inflaré a azúcar, me sentiré ligero como una pluma y eliminaré
cualquier pensamiento negativo sobre los números que he elegido.
Veréis
como el 4, el 6, el 14, el 17, etc. irán fluyendo por el bombo para que
podamos brindar con champán
Y es que
cuando estás enfurruñado, las cosas parece que te salen
peor.
Por
cierto, hablando de enfurruñamientos, el otro día me contaron un chiste que
puede estar perfectamente en el Top 5 de los de este año. Ahí
va:
-
Perdone
¿éste es el Club de Mujeres Cabreadas?
-
Ah, no sé…
Tú sabrás…
Cortito
pero bueno ¿a que sí?
Os dejo,
pero como hoy es el Black Friday (nos colaron a Santa Claus por la chimenea, nos
endiñaron Halloween y claro, ahora ya nos dejamos hacer) hoy además de la
participación os regalo el deseo de que paséis muy buen fin de
semana.
LA PRESILLA
Cuando
se es optimista, se tiene más suerte.
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