Miserias.
Estos
días estamos todos los Presilleros de cabeza. Entre la ventanilla, el teléfono,
los envíos a provincias, los pedidos y las visitas a empresas… es que no
paramos.
Esta
mañana me ha tocado a mí ir a una guardería de la Comunidad de Madrid. Es una
guardería muy grande situada cerca de uno de los sitios más espectaculares de
Madrid: el Parque de las Siete Tetas (visita
recomendada).
El caso
es que el trámite iba a ser más bien sencillo. Me habilitan un despacho, y van
pasando casi un centenar de personas entre empleados, padres y demás.
Normalmente en 30 minutos lo hemos ventilado, pero hoy la directora me ha pedido
un pequeño favor. Me ha dicho que me utilizaban de señuelo para hacer venir a
unos cuantos jubilados con la excusa de la lotería, porque habían solicitado una
medalla para ellos a la Comunidad de Madrid y necesitaban convocarles sin que
sospecharan.
Y así ha
sido. Han llegado, se han reunido todos, los niños han cantado un par de
villancicos y cuando parecía que ya no había más, ha salido una de las maestras
y ha dicho que le habían encomendado la labor de decir unas palabras para
homenajear a sus excompañeros. Jo, y qué palabras. Madre mía. Lo ha titulado
“Cimientos”. Y ha empezado a decir que hace 30 años el terreno donde se
encontraba la escuela era una escombrera. Pero que con el esfuerzo, la
perseverancia, la energía, el compañerismo, la imaginación y no sé cuántas cosas
más de toda esta gente, se han conseguido forjar los cimientos de este centro y
de la educación de unos niños que son nuestro
futuro.
No sé
decirlo tan bien como lo ha dicho ella, entre otras cosas porque tampoco quería
prestarle toda mi atención, que yo lloro con dos de pipas y esto era para llorar
a moco tendido. De hecho era divertido estar en una guardería viendo llorar a
más adultos que niños. Ha sido precioso, la verdad.
Lo malo
ha venido después. Cuando ya por fin han pasado a por la lotería. He atendido a una de las
homenajeadas y al verle la medalla puesta en la solapa, le he dado
la enhorabuena.
Y lo que me ha contestado es que “sí, muchas gracias, pero la
medalla ya podía haber sido de oro”. Claro, yo me he quedado atónito y sólo se
me ha ocurrido decirle que las palabras que le han dedicado sus compañeras son
más valiosas que cualquier medalla de oro. Y me ha vuelto a responder con un
“sí, sí, pero si hubiera sido de oro, mucho mejor”.
Y es que
hay placeres que no se consiguen ni con todo el dinero del mundo, y a los que no
todas las personas son capaces de acceder.
Os
presento las combinaciones que vamos a jugar esta
noche
Espero
que alguna de éstas nos haga ganar un porrón de dinero. Pero recordad que sólo
nos dará eso, dinero. Porque la felicidad es barata. La felicidad está en otro
sitio: en un abrazo, en una cerveza con amigos, en el reconocimiento de tus
compañeros…
Que nos
toque. Aunque
si tuviera
que elegir, siempre preferiría
ser feliz.
Víctor M. de Francisco
LA PRESILLA
Ofreciendo
Fortuna desde 1.924
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