jueves, 18 de marzo de 2021

Un rayo de luz

 ¿De qué hablo hoy?

Me gusta la “obligación” que me he buscado de contaros algo cada semana. Pero la verdad es que hay veces que cuesta encontrar un tema mínimamente interesante y del que no esté todo el mundo hablando. Por eso, a veces, cuando me sugerís algún tema o cuando tropiezo con algo curioso, me lo apunto para que no se me olvide.

Eso fue lo que me pasó hace unos meses. Ya no me acuerdo ni cuándo ni cómo, pero el caso es que me puse una alarma en el calendario del teléfono que me saltó ayer por la mañana.

Todo un misterio. Me desperté y en el teléfono ponía: “Escribir sobre el romano de Gran Vía y la tumba de Saskia”.

Ni puñetera idea de qué quería decir. Así que me he puesto a averiguar en plan gymkana. O mejor, en plan El tiempo es oro. ¿Os acordáis de aquel programa? El caso es que me lo he pasado pipa investigando y al final me he encontrado una historia fascinante. Así que voy.

Todo empieza en Ámsterdam. Saskia Uylemburg fue la primera mujer (y oficialmente la única) de Rembrandt, el gran maestro barroco de la pintura holandesa.  Es curioso la cantidad de artistas que han dejado legados millonarios y sin embargo, vivieron y murieron casi en la indigencia. Rembrandt fue uno de ellos. Ya que estoy, os cuento un poco.

En realidad no vivió en la indigencia, sino que vivió más o menos bien. Lo que pasa es que tuvo bastante mala suerte y además se metía en un montón de fregaos. Se casó. Sí, con Saskia. Tuvieron un primer hijo que murió siendo niño. Luego una hija que corrió la misma suerte, y todavía una tercera que también murió al mes. El cuarto hijo, Titus, fue el único que consiguió sobrevivir a la infancia. Pero al mes de nacer el niño, Saskia murió. Está sepultada en la vieja iglesia de Oude Kerk (Ámsterdam).

Hasta ese momento habían vivido muy bien. Saskia era de buena familia. Su primo era marchante de arte. Y además era la primera mitad del s. XVII, que coincidió con el esplendor económico y cultural de los Países Bajos. Pero después de todos estos infortunios, Rembrandt se dejó llevar. Se metió en negocios muy poco rentables, gastaba más de lo que ganaba, y aunque parece que hubo alguna mujer por ahí, no podía casarse porque eso le obligaría a renunciar a la herencia de Saskia. Total, que le fue cada vez peor. Y la única forma que encontraba de pagar sus deudas, era haciendo retratos o pagando con cuadros, que en aquel entonces le sacaban del apuro y sin embargo hoy, son obras de arte que valen millones.

Ya os he dicho que era interesante. Un poquito de cotilleo barroco para la conversación de las cañas de esta noche nunca viene mal.

El caso es que esta muchacha debía ser muy querida en la ciudad, porque cada 9 de marzo… no. No hay ramito de violetas. Eso es en noviembre. Cada 9 de marzo lo que ocurre es que la gente se reúne en los alrededores de la iglesia y  se celebra un desayuno al sol. Porque justo ese día  y solo ese día (en algún sitio he llegado a leer incluso la hora exacta -8:39-), un rayo de luz incide directamente sobre la tumba de Saskia.

Y me diréis “¿y para qué nos lo cuentas ahora, si ya ha pasado?”Da igual, porque no se puede viajar y no podríais haber ido en cualquier caso. Pero a los que vivís en Madrid, os voy a recomendar otra actividad para la que sí estáis a tiempo:

La Gran Vía está plagada de estatuas en lo alto de sus edificios. Una pena que no tenga una cámara lo suficientemente potente, porque tiene que estar chulo un paseo fotográfico mirando hacia arriba por esa zona, un día de sol.

Bueno, pues de entre todas esas esculturas, hay una en el número 60 que también tiene su historia. No sé si es leyenda o realidad, pero como esto no tiene ninguna validez científica, que es solo para entretenerse, yo os lo cuento como si fuera de ley.

En todo lo alto del edificio de Gran Vía 60, en Madrid, hay una estatua creada en 1930 por el famosísimo escultor (eso pone, aunque yo no le había oído en mi vida) Victorio Macho. Es la imagen de un hombre que sujeta sobre su cabeza lo que parece un templo. A la estatua se la conoce como “El Romano”básicamente por el corte de pelo y por la túnica blanca. Aunque en el blog Secretos de Madrid, aportan otros nombres como El Atlantes o El Coloso. También dice que la estatua es una alegoría al Ahorro. 

                                                                 


Os decía que todavía estáis a tiempo porque la leyenda dice que el 21 de marzo (es decir, el próximo domingo) se inicia la primavera. Y es el único día del año en el que, justo al mediodía, los rayos de sol atraviesan la casa que sostiene el romano. Se cree que es un homenaje oculto del autor a la Primavera.

Pero sea lo que sea, si tengo que elegir entre una alegoría al ahorro, o una vida de despilfarro a cambio de cuadros, no tengo dudas.

Os presento mi última obra de arte

 A ver si es verdad que nos ilumina un rayo de luz algún día.

Feliz Día del Padre y feliz no puente.

 

 

 

Miles de euros y rayos de sol.

La combinación perfecta.

 

 

 

 

 

 

 

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