Estamos todos locos por que nos toque la lotería. Quién no ha pensado alguna vez en lo que haría, en dónde iría, en la sensación de libertad que generaría…
Pero no te equivoques. Por mucho dinero que consiguiéramos, salvo algún intrépido/a, nos cambiaría muy poco la vida.
A esta conclusión llegué el otro día pensando en mi madre:
Mi
madre vive sola. Su cuarto de estar da a una plaza. Y cuando la cruzo con el
coche, sobre todo por la noche, soy incapaz de pasar sin echar una mirada a
Pero
no es solo mi madre. Si lo piensas, no es simplemente que cada noche te sientas
un rato a ver
Y así con todo. Calcula el porcentaje de tiempo que vives fuera de tu lado de la cama, de su sitio del sofá y de tu puesto de trabajo. Se reduce considerablemente ¿a que sí? Eso sin contar que cuando sales a tomar café, sueles ir a uno de los dos mismos bares, cuando vas a la compra eliges entre los dos mismos supermercados… al final se lo ponemos muy fácil a las aplicaciones estas de móvil de inteligencia artificial.
Conclusión de la
conclusión: que lo importante no es dónde estemos, sino con quién. Y lo que
hacemos. Da igual dónde nos tomemos el café o
Conclusión de la reconclusión: que el próximo día que cruce la plaza, lo que tengo que hacer en vez de mirar, es aparcar y subir.
Requeteconclusión definitiva: que sí, que sí… que todo eso está muy bien, pero que nos toque un buen premio y nos den la oportunidad de saber si somos capaces de volar. Que queremos conocer las Kiribati. Aunque sea para ir todos los días al Kiridona o para tumbarnos siempre en la misma hamaca.
Os recuerdo el pasaporte
Lo del Kiridona, un poquito
cogido por los pelos
¿no?
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