No sé si
alguna vez os he hablado de Rayito.
El Puente
de Vallecas, como tantos otros barrios de Madrid, forja su esencia y su
identidad a base de historias de personas humildes, que mucha gente no puede
creer ni que existan. Si acaso, en las novelas del s
XIX.
Pero
Rayito sí existe. Yo me he cruzado con él un montón de veces en el banco. Porque
al final, los dos tenemos que pasar por allí en algún momento a llevar la
recaudación.
Rayito es
un payaso. No tan bueno como Fofó (otro ilustre del barrio). Otro estilo. Es un
hombre que estará más cerca de los 80 que de los 70. Vivía con una mujer que
hace tiempo que no veo. Y vivían en una habitación alquilada. Lo sé porque al
final son muchas horas de espera en el banco y uno oye hasta lo que no le
interesa.
Tiene dos
trajes de payaso bastante descoloridos porque entre ambos también sumarán 80
años. Una silla y un cartel. El cartel dice algo así como: “Ayúdame. Soy Rayito.
El payaso de Vallecas”.
Hace años
le veía casi a diario. Se le podía encontrar sentado en la Av. Albufera (a la
altura de El Brillante más o menos).
En los
buenos tiempos se le veía con su traje, su cara maquillada y su sonrisa
dibujada, esperando recibir alguna limosna. Solía saludar a los niños, aunque
generaba más miedo que carcajadas.
Luego
vino la crisis.
Las vacas flacas lo son para todos, pero para los payasos
pedigüeños quizá lo sean aún más.
Ya no se
le veía con la misma frecuencia. Y no era fácil verle con el kit completo. Lo
normal era verle con el uniforme (porque en su caso no es un disfraz), pero con
la cara lavada. En alguna ocasión le oí decir que el maquillaje le costaba mucho
dinero. Quizá por eso a veces estaba dos y hasta tres días seguidos en el mismo
sitio y con los colores corridos. Estoy seguro de que dormía con la cara pintada
para ahorrar tiempo y sobre todo dinero.
Yo le he
visto con todas las combinaciones posibles: el traje, la pintura y el cartel. El
traje, pero la cara sin pintar. La cara pintada, vestido con pantalón y camisa,
y el cartel. E incluso a veces llamaba la atención verle vestido de persona
normal, con la cara lavada y el cartel de “Soy
Rayito”.
Hace unos
meses pregunté por él. Hacía tiempo que no le veía y me dijeron que había
encontrado una habitación más barata, pero en otro sitio. Y ahí quedó la
cosa.
Hasta
ayer, que le volví a ver. Me dio alegría verle y además me arrancó una
carcajada.
No sé si
su mujer sigue viviendo, pero daba la sensación de haber cambiado de manager:
para empezar, le vi en la
calle Serrano (esquina Ayala, Hermosilla, o una de esas). Mucho
más rentable que el Puente, dónde va a parar. Y le vi realizando una nueva
disciplina: la estatua.
Le vi
desde el coche. Yo estaba parado en el semáforo y él en la acera subido como a
un pedestal, se colocó como si fuese a echar a andar. Ahí quieto. Lo cachondo es
que en esa posición se encendió un cigarrillo y echó por lo menos tres caladas
en el tiempo que estuve observándole. Nunca he visto una estatua tan “nerviosa”.
Y la verdad es que me hizo reír y me animó a escribir sobre
él.
Me alegré
de verle en plena forma. Y por supuesto, con su cartel de
Rayito.
Así que,
tengo que reconocer que nunca le eché ninguna moneda, pero hoy le voy a guardar
una participación.
Como no
me voy a ir a buscarle, vosotros sois testigos de que si nos toca lo que sea en
La Primitiva de hoy jueves o en la del sábado, Rayito tiene que cobrar su
parte.
Estos son
los números, que ya os los teníais que saber de
memoria
LA PRESILLA
Vuestro rayito de
esperanza
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