Pues yo no sé si os
pasa lo mismo a vosotros, pero yo a veces pienso que existe un ente tecnológico
superior que me vigila; la cosa empezó por sugerirme que entablara amistad en
Facebook con gente que ya conozco, luego el teléfono pasó a decirme a cuántos
kilómetros estoy de casa cada vez que apago el motor del coche y luego me han
sucedido cosas tan extrañas como sacar en una conversación (no telefónica) el
nombre de Jean Michael Jarre, y a los pocos días proponerme el ordenador
escuchar a este tío (que nunca me ha gustado y nunca he buscado ninguna canción
suya) en el Goear.
Pero es que no son
hechos aislados. Es que el otro día os conté la historia de Fosbury en los
Juegos Olímpicos del 68, y resulta que a la semana apareció en mi móvil no sé
cómo, la historia de Peter Norman, subcampeón de 200m lisos en los mismos
Juegos.
No sé, serán
casualidades, pero coño a mí sólo me pasan casualidades de ésas porque La
Primitiva ni la huelo. Por eso
yo en noviembre no pienso salir de casa, porque se prevé el impacto de un cuerpo
extraño venido del espacio contra el planeta Tierra, y no me extrañaría nada que
me cayera a mí en la cabeza.
¿Qué? Qué os quedáis
con la cosilla de conocer lo de Norman ¿a que sí? Venga va, que os lo
cuento:
Los finales de los 60
todavía eran años de muchísima represión racial. La comunidad negra luchaba por
la igualdad de oportunidades y de derechos, independientemente del color de la
piel. Pero aún había muchísimo camino por recorrer. Aparece un movimiento en
este sentido que se dio a conocer con el nombre de Black Power. Y como toda
revolución social, tiene sus propios símbolos: guantes negros, pañuelos,
distintivos…
Resulta que se disputó
la final de los 200 metros lisos de los Juegos Olímpicos de Mexico’68 y la ganó
el estadounidense Tommie Smith batiendo el récord del mundo con una marca de
19.83 segundos. Segundo fue el australiano Peter Norman y tercero, el otro
estadounidense John Carlos.
En la antesala de la
entrega de trofeos, los dos americanos (ambos negros) le explicaron a Norman
(blanco como la pared) que querían hacer un gesto: durante el himno levantarían
el puño con el guante negro enfundado y además se pusieron una pegatina del
Black Power en el chándal.
Peter Norman no sólo
les escuchó, sino que además se sumó a la causa. Les preguntó que si tenían una
pegatina también para él y acudió al podio con el distintivo en el pecho.
La foto es mítica.
Pero para Peter Norman supuso el fin.
Después de aquello el
Comité Olímpico de su país le exigió disculpas por su actuación, pero él se
negó. Entonces ningún club le quiso contratar. Él siguió compitiendo por libre y
consiguió los mejores tiempos de calificación para los Juegos Olímpicos de
Munich’72, pero el comité seleccionador del equipo olímpico australiano no le
convocó. La Prensa le hizo el vacío y acabó viviendo una muy mala vida.
El ostracismo al que
le sometieron fue tal, que ya en el año 2000, el comité organizador de los
Juegos de Sidney convocó a todos los medallistas olímpicos de su país para un
acto conmemorativo, excepto a él.
Aquel día de 1968
Norman hizo los 200 metros en 20.06 segundos. Hoy, ése sigue siendo el Récord
Oceánico de los 200 metros lisos.
Peter Norman murió en
2006 de un ataque al corazón (por eso no entiendo por qué justo esta semana
aparece esa noticia en mi ordenador). Su féretro fue portado entre otros por
Tommie Smith y John Carlos.
Me gustan las personas
con principios.
Me gustan tanto, como
las Peñas con finales. A ver si esta combinación nos trae un final
feliz
Un
abrazo.
LA PRESILLA