Acabemos con la ilusión.
¿Merece la pena esto de la Peña? ¡Cuántas veces lo he pensado! ¡Y
cuántas veces me lo han dicho! Pero sin duda la respuesta es
sí.
En primer lugar por supuesto, por el premio. Nadie sabe cuándo
llegará, pero a estas alturas supongo que no habrá nadie que dude de que
acabaremos acertando. Es sólo una cuestión de tiempo.
Y en segundo lugar, la Peña también merece la pena al menos a mí,
por todo lo que rodea a estos mensajes; Simplemente el hecho de que de vez en
cuando alguno me aceptéis ese café que siempre os tengo prometido, a mí me llena
de orgullo (y satisfacción como diría Juancar). Y ya si encima sirve para
conocer a gente que de otra manera no habría conocido nunca y que además te
cuenta cosas que te hacen reflexionar, pues entonces acabas pensando que quizá
ése sea el verdadero premio.
Os cuento esto porque el otro día apareció por La Presilla un
peñista de los que se ha apuntado recientemente. Ya sabéis mi afición de
buscarles pseudónimos a las personas. Pues con éste estoy dudando entre dos o
tres. Pero da igual porque como lo que me contó me va a dar bastante juego, ya
os diré la semana que viene o la siguiente, el nombre que elijo para
él.
Fue un placer charlar con él un rato porque entre otras cosas me
abrió los ojos llevándome a un estrato superior: hasta ahora mi intención
siempre ha sido mantener viva la ilusión de un buen premio. Pero él va más allá.
No basta con la ilusión. Él me hablaba de una fuerza invisible que hace que se
consigan las cosas. Y que para ello es necesario no tanto el deseo, como el
convencimiento. Es más, el deseo o la ilusión pueden llegar a ser limitantes
porque cuando tú deseas fervientemente una cosa, terminas por hacerla casi
inaccesible. Y leches ¡es verdad! Hay cosas que nos encantaría hacer y no
podemos. Sin embargo, en situaciones de convencimiento no dudamos en hacerlas.
No sé, se me ocurre sólo un ejemplo tonto, pero supongo que puede ser válido: a
mí me gustaría correr mucho más rápido de lo que corro, pero por mucho que lo
desee no paso de cierta velocidad. Ahora ponme un peligro detrás, que no me
planteo si deseo o no ser más rápido, simplemente corro que me las
pelo.
Pues el capítulo 1 de su teoría versa sobre esto: no hay que
desear, no hay que ilusionarse. Hay que estar convencidos de que tarde o
temprano llegará.
Y en cuanto a esa fuerza invisible, voy con otro ejemplo (mi mujer
me matará por utilizar el fútbol): imaginad un partido de fútbol. Final de
la Champions.
Penaltis. Hay cinco lanzamientos y para el primero se acerca al
punto de penalti Cristiano Ronaldo con el balón. A pesar de los nervios propios
del momento, la afición del Madrid espera confiada el gol. La afición del equipo
contrario piensa: “bueno, mejor que tire éste ahora porque aunque lo meta, así a
lo mejor falla algún otro después”. Al final, lo que flota en el ambiente es una
confianza del 90% por Cristiano y por tanto sólo del 10% en el portero. Eso, no
sé de qué manera, refuerza al delantero y a la vez, hunde un poco al
portero.
Segundo lanzamiento del Madrid: Arbeloa.
Joder, si hasta os ha salido una sonrisilla… No sé, son fuerzas
ocultas basadas en la confianza y en el convencimiento, pero yo también creo en
ellas. Arbeloa es un profesional que lleva jugando al fútbol 20 años y está más
que capacitado para meter gol desde el punto de penalti, pero el temor o la
inquietud en el estadio es casi palpable, y eso hace que de manera misteriosa la
probabilidad de fallo aumente considerablemente.
¿A que percibís el concepto de
energía?
Bueno, pues la idea, ya os digo que estamos en el capítulo 1, es no
sólo dejar de desear para pasar al convencimiento, sino además tratar de
hacerlo todos juntos para crear un
campo energético que amplifique esa fuerza.
¿Y cómo se consigue realzar el poder de la mente de una manera casi
involuntaria? A través de la
música.
¿Y dónde digo siempre medio en broma, medio en serio que me quiero
ir? A una isla. Incluso hay quien
lo tiene ya previsto.
Y por último, ¿cuál es el color corporativo de las administraciones
de Loterías? El azul.
Conclusión: El próximo sábado (día de sorteo de La Primitiva),
sobre las 7 de la tarde hay un concierto gratuito de una orquesta de Jazz (tipo
Big Band) en las gradas centrales del Centro Comercial Isla Azul. Yo creo que si
conseguimos reunirnos al menos 10 personas de las que jugamos en la Peña
concentrando nuestra energía positiva a través de la música, el poder que
podemos generar puede ser brutal. Y si además os digo que el batería de esa Big
Band es nuestro queridísimo FerSpider-Man (que por cierto hoy por hoy es fuente
de positivismo) entonces queda cerrado el círculo. Otro círculo más. ¡Tenemos
que estar cerquísima!
¿Os animáis? Eso sí, tenemos que llegar allí todos con los números
bien aprendidos
Oye, con todos los números que ha echado Fer, con todo el tiempo
que le ha dedicado a los resultados de La Primitiva, con todo ese estudio… ¿os
imagináis que ahora salen, pero en el Euromillones? Vamos, yo me moriría de la
risa.
Un abrazo. Aunque espero dároslo personalmente el
sábado.
Por cierto, como esta semana hay un Bote especial de 100 millones
en Euromillones, tenemos Peña Express. Así que sepáis que os voy a detraer (je,
je…) 1 eurete de vuestros saldos para jugar ahí. Y por otro lado, también
jugaréis gratis a esta Peña Express 40 céntimos que nos corresponden a cada uno
por el Mocho guarreras que hay acumulado. Cuando tenga la combinación que
jugamos, os la envío.
LA PRESILLA
Sin
ilusión, pero convencidos.