Los que somos del Puente de Vallecas tenemos una capacidad de asombro muy por debajo de lo normal (¿o se dice muy por encima?). El tema es que no nos sorprendemos fácilmente. El otro día sin ir más lejos se lo comentaba a una persona que vino a visitarme, le decía que en el Puente ocurren cosas que no oigo que pasen en otros sitios. Así a bote pronto, se me ocurren tres ejemplos de esta misma semana:
1.
El
lunes estaba en el BBVA sentado en una mesa con otras dos personas y de repente
vi que una chica que estaba en un banco esperando a ser
atendida,
que
se levantaba, cogía su abrigo, y lo colocaba en el suelo extendido con las
mangas hacia ella. Por un momento pensé que se lo iba a poner como les enseñan a
los niños en la guardería, pero enseguida vi que su intención era otra muy
diferente; se recostó en el suelo, encima del abrigo y puso los pies sobre el
banco en el que estaba sentada. Al principio pensamos que era un acto de
rebeldía por no ser atendida, o que simplemente era porque ahí se encontraba más
a gusto. Pero viendo el panorama me acerqué a ella y le pregunté si se
encontraba bien. Ella me miró, con una cara bastante tranquila y me
dijo
“no,
simplemente es que me estoy mareando”. Entonces llegó el del banco y le dijo
“¿te traigo agua?” Y ella, con la mirada muy serena repitió “no, no, dejadme. Si
es que me estoy mareando pero se me pasa rápido”. Así estuvo un buen rato,
tumbada en el suelo con los pies encima del banco, con la gente pasando a su
lado, tratando de no pisarle el abrigo.
2.
El
martes a mediodía apareció una mujer de edad indeterminada y aspecto algo
extraño, llorando a moco tendido. De hecho, como bajaba por la calle y yo la oía
pero no la veía desde la ventanilla, al principio pensaba que era un perrillo.
Pero llegó a la altura de la administración de Loterías, se paró y seguía
llorando. Era un llanto desconsolado, pero como de niño pequeño. Sin echar ni
una sola lágrima. Además estaba fumando, y cuando daba una calada dejaba de
llorar, fumaba, saboreaba la bocanada de humo, y luego volvía a llorar. Los
transeúntes la miraban, pero nadie se vio animado a preguntarle si necesitaba
algo. Estuvo ahí un rato y cuando se acabó el cigarrillo se fue. Muy raro todo,
ya os digo.
3.
Y por
último, es posible que ayer vierais (los que le conocéis) a Paloma en
Quedaros
con las combinaciones
The
Bridge is different.
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