sábado, 17 de abril de 2021

El Puente de Vallecas

 Los que somos del Puente de Vallecas tenemos una capacidad de asombro muy por debajo de lo normal (¿o se dice muy por encima?). El tema es que no nos sorprendemos fácilmente. El otro día sin ir más lejos se lo comentaba a una persona que vino a visitarme, le decía que en el Puente ocurren cosas que no oigo que pasen en otros sitios. Así a bote pronto, se me ocurren tres ejemplos de esta misma semana:

1.     El lunes estaba en el BBVA sentado en una mesa con otras dos personas y de repente vi que una chica que estaba en un banco esperando a ser atendida, que se levantaba, cogía su abrigo, y lo colocaba en el suelo extendido con las mangas hacia ella. Por un momento pensé que se lo iba a poner como les enseñan a los niños en la guardería, pero enseguida vi que su intención era otra muy diferente; se recostó en el suelo, encima del abrigo y puso los pies sobre el banco en el que estaba sentada. Al principio pensamos que era un acto de rebeldía por no ser atendida, o que simplemente era porque ahí se encontraba más a gusto. Pero viendo el panorama me acerqué a ella y le pregunté si se encontraba bien. Ella me miró, con una cara bastante tranquila y me dijono, simplemente es que me estoy mareando”. Entonces llegó el del banco y le dijo “¿te traigo agua?” Y ella, con la mirada muy serena repitió “no, no, dejadme. Si es que me estoy mareando pero se me pasa rápido”. Así estuvo un buen rato, tumbada en el suelo con los pies encima del banco, con la gente pasando a su lado, tratando de no pisarle el abrigo.

2.     El martes a mediodía apareció una mujer de edad indeterminada y aspecto algo extraño, llorando a moco tendido. De hecho, como bajaba por la calle y yo la oía pero no la veía desde la ventanilla, al principio pensaba que era un perrillo. Pero llegó a la altura de la administración de Loterías, se paró y seguía llorando. Era un llanto desconsolado, pero como de niño pequeño. Sin echar ni una sola lágrima. Además estaba fumando, y cuando daba una calada dejaba de llorar, fumaba, saboreaba la bocanada de humo, y luego volvía a llorar. Los transeúntes la miraban, pero nadie se vio animado a preguntarle si necesitaba algo. Estuvo ahí un rato y cuando se acabó el cigarrillo se fue. Muy raro todo, ya os digo.

3.     Y por último, es posible que ayer vierais (los que le conocéis) a Paloma en la televisión. Es que el jueves hubo un incendio en el edificio de enfrente justo. Se oían gritos de auxilio, nos asomamos y vimos que salía humo de varias ventanas. Y en una de ellas estaban un matrimonio con un niño de cinco años. Se les veía bastante agobiados. Por supuesto llamamos a los bomberos, pero en lo que venían hubo algún “héroe“ improvisado. Pero héroes vallecanos, por supuesto. De los de las grandes ideas. Uno que debía trabajar en Telefónica, y llevaba una escalera en el techo del coche, decidió sacarla y desplegarla contra la fachada. La escalera no llegaba ni a media altura del primer piso y esta familia estaba en el segundo, pero ahí la puso. A otro se le ocurrió echarles una cuerda. Y lo peor es que el padre, en mitad de la desesperación, tuvo la idea de atar al niño y tratar de descolgarlo por la ventana. Nada, fueron dos segundos. Hizo una especie de Michael Jackson en aquel hotel de Berlín. Pero lo suficiente para que toda la gente ahí congregada se pusiera a gritar. La verdad es que tampoco era para tanto, vamos... que había bastante humo, pero yo he visto timbas de mus con el ambiente mucho más cargado. Lo que ocurre es que a la Prensa le ha venido de maravilla. Ayer estuvieron por aquí reporteros de todas las cadenas para después contar todo tipo de batallas. Hay que ver cómo es la Prensa de este país... Son tan exagerados, que seguro que mañana alguno va a publicar que nos han tocado 58 millones de euros a cada uno en el Euromillones, cuando en realidad, lo que nos va a tocar esta noche son 58 millones, pero a repartir entre todos.

Quedaros con las combinaciones

 

 

The Bridge is different.

 

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