¿Quién
no ha vuelto a aquel pasillo dónde jugábamos al fútbol de niños y ha descubierto
que en realidad era una porquería? Recuerdo que hace unos años, cuando mi hijo
empezaba a andar, un día le observaba caminando por el pasillo de mi casa y le
llegué a contar 23 pasitos. Supongo que eso significa que proporcionalmente para
él el pasillo mediría unos 20 ó 25 metros . Igual que el de la casa
donde yo vivía de pequeño. Aquella casa no tenía pasillo, tenía estadio de
fútbol, pero de los de pista de atletismo alrededor del
campo.
Y es que
hay cosas que según el momento y la distancia tendemos a magnificar sin darnos
cuenta.
Otro
ejemplo: el otro día les puse a mis hijos un programa del Un, Dos, Tres…
(Youtube). Se lo vendí como uno de los mejores programas de televisión de la
Historia. Joder, y en qué hora… Ya la presentación de 15 interminables minutos
de Chicho Ibáñez Serrador me mosqueó, pero es que luego el programa me pareció
lentísimo, sin ritmo, aburrido. Una pena no haberme quedado con el gustillo del
recuerdo.
Claro,
luego lo piensas, y es que el programa era bueno por decreto. Porque o lo veías
o sólo tenías otras dos alternativas: ver La Clave a los 12 años, con Balbín
moderando un debate sobre el comportamiento de la clase media en países en
expansión industrial, o leerte un cuento del Tío Gilito y sus tres sobrinos.
Vamos, que el Un, Dos, Tres… era la pera.
El caso
es que nos pasamos la vida recordando lo maravilloso del pasado o soñando con un
futuro casi casi irrealizable y mientras dejamos de disfrutar de los pequeños
detalles que nos ofrece el presente.
Pero
luego mucho cuidado, que a ese futuro con el que fantaseamos a veces le pasa lo
que al Un, Dos, Tres… Porque no os pillará de sorpresa si os digo que yo quiero
que me toque la Lotería para irme a una isla del Pacífico, con sus playas
vírgenes, sus cielos azules, sus muchachas en bikini con esos cuerpos turgentes,
los chavales musculados con sus tablas de surf (bueno, esto último me sobra la
verdad, sólo era por adornarlo un poco). Y resulta que mi amiguete Jota que es
el único que se acuerda de mí y me manda fotitos de “Presilleros por el Mundo”
en la que aparece una participación de la Peña (condición indispensable), me ha
mandado ésta de la isla de Oahu, que os sonará más si os digo que su capital es
Honolulú.
Y…
bueno, qué queréis que os diga… pues que si os fijáis, la “chavala” de la foto
que está en el agua se parece más a Mayra Gómez Kemp que a las secretarias,
sinceramente.
Así que
dejemos de especular con lo que está por venir, dejemos de añorar el pasado y
aprovechemos el ahora, con la gente que queremos, con lo que tenemos y con esta
participación que es la que nos va a sacar de aquí
Gracias
Jota por la foto.
Nunca la Peña de La Presilla estuvo tan cerca de
Kiribati.
Buen fin
de semana para todos.
LA PRESILLA
Deseando
repartir alegría.
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