La condición
humana.
Ya estoy otra vez aquí. Qué
pronto se acaba lo bueno. Aunque a veces pienso que son necesarios los estreses
del trabajo para después, disfrutar más de las
vacaciones.
Claro que, no todo el mundo
disfruta igual ni aun estando de vacaciones. Hay quien encuentra el estrés en
los lugares más placenteros.
He pasado unos días con la
familia en un hotel en la Costa Dorada.
Sol , alguna tormentilla y mucho deporte: un poquito de fútbol,
pero poco porque cuando en un partido, los padres de familia chutan con todas
sus fuerzas balones que pasan rozando las cabezas de defensas de 5 años, lo más
prudente es retirarse. Algo de baloncesto, pero tampoco mucho (en el minuto 2 ya
se habían lesionado tres). Frontón. Hasta que me dieron un bolazo en la espalda
que casi me sale por el pecho. Y algún que otro deporte más, propio del verano,
ya sabéis natación, mus, levantamiento de vidrio en barra fija… Lo
normal.
El hotel se encargó de
organizar una serie de torneíllos para tenernos entretenidos. Y yo, para
continuar con la tradición, no conseguí ningún premio. Eso sí, me lo pasé bomba.
Pero es que ganar era muy complicado. No sabéis la competitividad que había.
Lo que más me fascinó fue la
“pesca del pato”. Era una competición en la que echaban 20 ó 30 patitos de goma
(cada uno con una puntuación) en un estanque. Y nos repartían una “caña” a cada
uno. La caña no era más que un palo con un ganchito en el extremo, con el que
teníamos que tratar de “pescar” los patos a los que les habían puesto una
argolla por detrás. Primero lo hicieron los niños. El ambiente era muy festivo.
Luego los chavales un poco más mayores. Y por último, los adultos. No sé muy
bien cómo fue la organización, pero el caso es que a la final pasaron un hombre
y una mujer que superaban los 40 años y un chaval de alrededor de 20. La pugna
por los patos de mayor puntuación era a cara de perro. Impresionante. Tanto es
así que una vez finalizado el tiempo, se tuvo que repetir la prueba porque hubo
reclamaciones por parte de uno de los participantes porque decía que otro le
había “robado” patos. Se decidió que se repetía la prueba, esta vez sin tiempo,
hasta que se acabaran los patos.
Allí hubo empujones, codazos y
malas artes durante toda la prueba. Pero cuando ya sólo
quedaba uno (uno que además yo creo que ya no decidía nada) casi llegan a las
manos. ¡Madre mía! ¡Qué pérdida de papeles! Era impactante ver a dos tíos hechos
y derechos casi pegarse ya dentro del agua, por conseguir un patito de
goma.
Y es que hemos llegado a un
grado de competitividad hasta en las cosas más tontas, que va a acabar con
nuestros nervios (si no acaba antes con la sociedad
misma).
Así que como he aprendido a
poner la mirada del tigre, me he puesto serio y he confeccionado estas
combinaciones para jugar todos los jueves y todos los sábados (eso es una
novedad) del mes de agosto
No os lo he dicho, pero ya os
lo imaginaréis: la pesca la ganó la mujer. Mientras los dos
amarracos se zurraban, ella aprovechó para inflarse a pescar
patitos.
Feliz
agosto.
G.I.O. (Gestor de Inversiones en Ocio)
LA PRESILLA
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