sábado, 22 de julio de 2017

La edad

Desde hace unos días tengo un sentimiento que no sé definir. No sé ni siquiera si es bueno o es malo. A ver si me podéis ayudar...

El tema es ya me van cayendo un porrón de años, y la mala forma física en la que me encuentro y la ausencia de pelo en el ático tampoco invitan a que la cosa vaya mucho mejor. Ya sabéis, el que te hablen de usted, el que te llamen señor... vamos, que cualquier día me ceden el asiento en el autobús. Sí, sí, reíros, pero a muchos de vosotros también os pasa, a ver si no lo vais a reconocer.

El caso es que a pesar de estos detalles, yo me siento fenomenal conmigo mismo y nunca he tenido demasiadas "comeduras de tarro" con estas cosas. Pero sí es verdad que siempre he pensado que la calvorota, las bolsas en los ojos, etc. le van haciendo a uno mayor.

Sin embargo, y aquí es donde viene la historia, nos fuimos a esquiar unos días y me pasó dos veces, que me subí a un telesilla enfundado en mis esquís, mi pantalón, la cazadora, los guantes, la braga, las gafas, el casco... y el de al lado me habló de usted.

Y joder, al principio me mosqueó. Parezco un "carca" hasta cuando no se me ve.

Pero luego, reflexionando sobre la chorrada, llegaba a la conclusión de que tenemos un aspecto, una comunicación gestual o no sé qué narices, que da igual cómo seamos. Y al final eso es bueno; hay que ser feliz en cada momento con la edad que toca. Y da igual que seas gordo, calvo, bajo o cojo. La gente te va a ver como una persona de tu tiempo y punto.

Conclusión: da igual el aspecto físico, de lo que se trata simplemente es de ser feliz. Y yo os traigo la receta ideal para llegar a la felicidad por la vía rápida. Esta es



Yo sigo dándole vueltas a lo del telesilla... No sé, igual llevaba los cascos muy altos y se escuchaban las canciones de Mocedades. 

Un abrazo muy fuerte.


Víctor M. de Francisco
LA PRESILLA
Ofreciendo Fortuna
desde 1.924


No hay comentarios:

Publicar un comentario