viernes, 25 de enero de 2019

Moda, metira e influencers

Todo es mentira.

Eso dice siempre un amigo mío. Y no le falta razón. Al hilo del post de la semana pasada, hoy os traigo algo del mismo estilo; El otro día me enteré de un experimento que se había hecho en California y que al menos, da mucho que pensar.

Una cadena de zapaterías estadounidense llamada Payless, se “inventó” una tienda de lujo de la noche a la mañana a la que llamó Palessi (lo podéis buscar en Internet). ¿Qué fue lo que hizo? Alquiló una tienda en el mejor sitio de Santa Mónica, la decoró a todo trapo y organizó una fiesta de inauguración espectacular, a la que invitó a famosos y a unas 80 influencers.

Aquí hago un pequeño receso para explicarle a mi madre (mi más fiel lectora) qué es una influencer. Digo una, porque normalmente son chicas que puedes encontrar en las redes sociales, especialmente en Instagram, que tienen cientos de miles (a veces millones) de seguidores. Y a las que las marcas les dan ropa, zapatos, bolsos, etc. para que ellas aparezcan en las fiestas vestidas con ellos. Es la nueva forma de hacer publicidad. Yo te doy un reloj y tú en Instagram comentas lo bonito que es y lo que le gustó a la novia de Cristiano Ronaldo cuando se lo enseñaste en la fiesta de inauguración de Loewe, por ejemplo.

Estas chicas, cuantos más seguidores tengan, más influencia tienen y por tanto, mejor viven y más cobran. Les invitan a restaurantes, viajes, fiestas y todo tipo de eventos.

Pero bueno, volvamos a la tienda Palessi.

La fiesta resultó un éxito. La clientela estaba encantada con el glamour y la elegancia que se respiraba por todas partes. Mientras, los mismos zapatos que en Payless costaban 19,99$, se llegaron a vender a 640,00$ en Palessi. Y la gente lo pagaba encantada porque “notaba” que el producto tenía una calidad excepcional.

Aquella noche se recaudaban miles de dólares cada hora.

Lo cachondo es que al día siguiente, los responsables del experimento desvelaron que los zapatos de Palessi realmente eran de Payless y que costaban infinitamente menos. De hecho, devolvieron el dinero a todos los clientes y les regalaron los zapatos, demostrando así que la moda puede estar al alcance de todo el mundo y desmitificando el trabajo de las influencers, que lo único que hacen muchas veces, es decidir si una prenda, un alimento, una acción, etc. es chic o no.

Si no, cómo os explicáis que de repente todo el mundo lleve americanas de cuadros, botas de mosquetero, una camiseta con el logo de Levi’s, o prendas con “animal print” (a esto último no os animéis, que yo creo que ya llegamos tarde). Pero no solo eso. También es curioso que de un tiempo a esta parte, a todo el mundo le dé por hacerse un tatuaje o por dejarse barba. ¿No os resulta curioso?

¿Nos estarán haciendo lo mismo con el pensamiento…? A lo mejor hay influencers políticos, económicos, culturales, etc. y no nos estamos dando cuenta (si pudiera, aquí pondría el emoticono ese que mira al infinito mientras se acaricia la barbilla).

Por cierto, si buscáis en Internet, hay otro experimento parecido sobre la “creación” de una influencer. Lo hizo la agencia H2H y resulta también interesantísimo. Explica por ejemplo, cómo comprar seguidores en Instagram (pagando 500€ de repente puede que te sigan hasta 10.000 “personas”).

En fin, que a veces es verdad que parece todo mentira…

…Hasta que llego yo con una verdad irrefutable: esta semana tampoco nos va a tocar nada con estas combinaciones


O quizá también sea mentira lo que os acabo de decir.


Víctor M. de Francisco
LA PRESILLA
Your lucky influencer

viernes, 18 de enero de 2019

Una estrella Michelín

Chicos, creo que no habéis elegido la Peña adecuada.

Para que te toque la Lotería, supongo que tendrás que relacionarte con gente sibarita a la que le guste el glamour y el lujo. Y ese no soy yo. Nunca me ha gustado mucho la ostentación.

Pero es que el fin de semana pasado lo comprobé una vez más:

Algunos de vosotros sabéis que entreno a un equipo de Baloncesto de chavalillos. Pues bien, al final de la temporada pasada, los padres tuvieron el detalle de regalarme una caja de estas que incluye un vale para vivir una experiencia única con mi mujer: un spa, una noche de hotel, un viaje en globo o una experiencia gastronómica. Yo, que soy más de que me ganen por el estómago, elegí una comida en un restaurante de Segovia con una estrella Michelín.

Increíble. ¡Siete platos! Pero además platos grandes eh... Platos tan grandes, que lo que es la comida pasaba inadvertida. Yo lo había escuchado en los monólogos de Leo Harlem, pero es que es tal cual.

El primero era un aperitivo frío: esferificación de vermut con oliva. Lo que viene siendo una aceituna envuelta en una especie de pompa que al romperla en la boca sabe a vermut. Supongo que la técnica para realizar la pompa debe ser brutal, pero coño, era ¡una aceituna!

Después de otros tres aperitivos similares, empezamos por fin, con los principales.

El primer principal (que era el quinto plato) era “Bacalao acompañado de salsa puturruá con alcachofitas confitadas”. El nombre de la salsa me lo he inventado, claro. Y las dos alcachofitas, aunque el diminutivo las definía perfectamente, parecían el padre y la madre del bacalao.

Lo que os decía, que yo no valgo para ser rico.

Lo que estaba muy rico, por cierto, era el cochinillo. El plato estrella. Lógico, en Segovia... Estaba delicioso, pero hacedme un favor: poned la yema del dedo índice de vuestra mano derecha sobre la primera falange del dedo índice estirado de la mano izquierda. Así era la “ración” de cochinillo. Os lo juro. Casi hubiera preferido que estuviese malo.

¿Y el postre? El postre era una bolita (por no decir una canica) de helado con un sombrerete de higo. El sombrerete era una lámina de higo, que le dije a mi mujer, “mira, hay seis comensales en todo el restaurante. Yo creo que con un solo higo han hecho el postre de todos los que estamos aquí”.

Así que cómo os van a tocar los millones conmigo, si yo soy más de unos huevos fritos con patatas. Que estuve a punto de decirle al camarero: “Me trae un palillo de dientes, por favor, que se me ha quedado ahí un trozo y voy a aprovechar para repetir de cochinillo”

En fin, os presento un crujiente de Primitivas, sobre lecho de Jókers, maridado todo el conjunto con una emulsión de décimos pa´l sábado y macerado durante cuatro semanas, que son durante las que jugamos estas combinaciones.


Buen provecho.


Víctor M. de Francisco
LA PRESILLA
Una Estrella Michelín:
Premios minúsculos sobre
textos amplísimos.

viernes, 11 de enero de 2019

Sem. 2 de la Peña Kiribati.

Feliz Año, que estamos a 11 y todavía no os he dicho casi nada.

Os cuento un poco el objetivo de esta Peña, para refresco de casi todos y para información de algunos nuevos que me habéis ido trayendo los veteranos (muchas gracias, por cierto).

Objetivo solo hay uno en realidad: forrarnos.

Pero como sé que es muy difícil a pesar de que jugaremos en más de 200 sorteos al cabo del año, pues al menos pasaremos un ratillo semanal fantaseando con que nos toque la lotería para hacer cada uno lo que nos dicten nuestros sueños. En mi caso, es ir a las Islas Kiribati (de ahí el nombre de la Peña). Empezó la cosa a lo tonto, pero oye, que las he cogido mucho cariño.

Por cierto, muchas gracias a todos aquellos que me pasáis información sobre las Kiribati. Mola, sobre todo porque es una forma de compartir la misma ilusión. Yo soy de la opinión de que cuantos más aunemos nuestra energía positiva para enfocarla hacia el mismo sitio, más probabilidades de éxito tendremos. Es una chorrada, lo sé. Pero el pensamiento es libre ¿no?

Así que poneros todos a pensar en estas combinaciones, a ver si empezamos el año con buen pie.


En cualquier caso, mi consejo es que no esperéis a que nos toque la Lotería. Forraros ya, que hace más frío que en la tumba de Walt Disney.

Un abrazo.




Víctor M. de Francisco.

 2.019 suma 12,
que es mi número