miércoles, 14 de enero de 2015

Sem. 50 El Gordo de La Primitiva

¿Quién no ha vuelto a aquel pasillo dónde jugábamos al fútbol de niños y ha descubierto que en realidad era una porquería? Recuerdo que hace unos años, cuando mi hijo empezaba a andar, un día le observaba caminando por el pasillo de mi casa y le llegué a contar 23 pasitos. Supongo que eso significa que proporcionalmente para él el pasillo mediría unos 20 ó 25 metros. Igual que el de la casa donde yo vivía de pequeño. Aquella casa no tenía pasillo, tenía estadio de fútbol, pero de los de pista de atletismo alrededor del campo.

Y es que hay cosas que según el momento y la distancia tendemos a magnificar sin darnos cuenta.

Otro ejemplo: el otro día les puse a mis hijos un programa del Un, Dos, Tres… (Youtube). Se lo vendí como uno de los mejores programas de televisión de la Historia. Joder, y en qué hora… Ya la presentación de 15 interminables minutos de Chicho Ibáñez Serrador me mosqueó, pero es que luego el programa me pareció lentísimo, sin ritmo, aburrido. Una pena no haberme quedado con el gustillo del recuerdo.

Claro, luego lo piensas, y es que el programa era bueno por decreto. Porque o lo veías o sólo tenías otras dos alternativas: ver La Clave a los 12 años, con Balbín moderando un debate sobre el comportamiento de la clase media en países en expansión industrial, o leerte un cuento del Tío Gilito y sus tres sobrinos. Vamos, que el Un, Dos, Tres… era la pera.

El caso es que nos pasamos la vida recordando lo maravilloso del pasado o soñando con un futuro casi casi irrealizable y mientras dejamos de disfrutar de los pequeños detalles que nos ofrece el presente.

Pero luego mucho cuidado, que a ese futuro con el que fantaseamos a veces le pasa lo que al Un, Dos, Tres… Porque no os pillará de sorpresa si os digo que yo quiero que me toque la Lotería para irme a una isla del Pacífico, con sus playas vírgenes, sus cielos azules, sus muchachas en bikini con esos cuerpos turgentes, los chavales musculados con sus tablas de surf (bueno, esto último me sobra la verdad, sólo era por adornarlo un poco). Y resulta que mi amiguete Jota que es el único que se acuerda de mí y me manda fotitos de “Presilleros por el Mundo” en la que aparece una participación de la Peña (condición indispensable), me ha mandado ésta de la isla de Oahu, que os sonará más si os digo que su capital es Honolulú.


Y… bueno, qué queréis que os diga… pues que si os fijáis, la “chavala” de la foto que está en el agua se parece más a Mayra Gómez Kemp que a las secretarias, sinceramente.

Así que dejemos de especular con lo que está por venir, dejemos de añorar el pasado y aprovechemos el ahora, con la gente que queremos, con lo que tenemos y con esta participación que es la que nos va a sacar de aquí


Gracias Jota por la foto. Nunca la Peña de La Presilla estuvo tan cerca de Kiribati.

Buen fin de semana para todos.


    Víctor M. de Francisco
LA PRESILLA
Deseando repartir alegría.



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