Buenos
días.
Se
acerca ese día crítico en el que me da mucha vergüenza ponerme en contacto con
vosotros, porque os tendré que pedir pasta (en vez de dárosla). Pero debo
insistir, porque la vergüenza a veces, cambia la vida a las personas. Este es el
caso de Roy Raymond.
Un
hombre enamorado de su mujer hasta las trancas, pero al que su timidez le
impedía entrar en las tiendas de lencería (las corseterías de la época) para
regalarle algún conjuntito un poco subido de tono. En cuanto fijaba su mirada en
alguna prenda que se salía un poco de lo convencional, recibía la mirada
inquisitiva de clientas e incluso dependientas, y se sentía como un auténtico
pervertido sexual.
Tengo
que reconocer que cuando mi mujer me pide/obliga a que le espere en el pasillo
de los probadores para ir cogiéndole la ropa o para acercarme a por otra talla,
sobre todo cuando los probadores tienen cortina en vez de puerta, me siento
igual que Roy. Mis ojos van del pie izquierdo al pie derecho para que nadie
piense que estoy tratando de escudriñar por las rendijillas. Vamos, que conozco
perfectamente como se sentía el pobre hombre, y más en los años
60.
El
caso es que como Mr. Raymond era experto en publicidad y no renunciaba a vivir
fantasías sexuales con su mujer, reunió 8.000 dólares (entre créditos y
familiares) y decidió crear su propia boutique de lencería, alejada del agobio
de los grandes almacenes y donde la compra de ropa interior fina y sexy no fuera
vista bajo una óptica errónea. Era una tienda de lencería femenina, pero
enfocada al consumo de una clientela masculina. ¿El nombre de la tienda?
Victoria´s Secret, en Palo Alto, California. Lo de la localidad parece un chiste
fácil, pero no lo es. Simplemente es así.
La
cosa fue prosperando. Abrió otra tienda, y luego otra... hasta que se cansó.
Parece que le gustaba más innovar que prosperar. Así que decidió vender la
empresa para buscar nuevos retos. Se la vendió a Leslie Wexler, propietario de
The Limited.
Por
eso os decía que me da vergüenza pediros pasta para regularizar vuestro saldo,
pero que no me daría ningún corte deciros que os tengo que hacer un talón por
750.000€, que es a lo que tocaríamos cada uno con una de estas...
El
resto de la historia de Raymond no mola tanto. Nada de lo que intentó, le salió
bien y vio cómo la
firma Victoria ´s Secrete crecía hasta alcanzar 600 tiendas y
facturar 1000 millones de dólares. El pobre Roy, sumido en una gran depresión,
acabó lanzándose al vacío desde el Golden Gate.
LA
PRESILLA
El
día que envíe los saldos, a más
de
uno le voy a dejar en bragas.