jueves, 14 de junio de 2012

El Gordo de la Primitiva Sem. 24


Luces y sombras.

Desde la última vez que os envié el mail, la semana pasada, me ha pasado un poco de todo. Cosas buenas (muy buenas) y cosas malas (muy malas). He vivido una experiencia inolvidable (un año más) con un grupo de gente encantadora. Me he separado (en lo laboral) de una compañera de trabajo igual de encantadora (sólo por las circunstancias). Y el panadero del local de al lado (Bella Luz) nos ha abandonado. Así, de pronto. De un infarto.

Es curioso, pero tanto lo bueno como lo malo me llevan a la misma reflexión: Vivamos la vida tal como viene. Aprovechemos cada momento, que la felicidad no nos la trae el dinero, sino que está ahí. Sólo hay que rascar un poquito porque de cada instante o de cada gesto siempre se puede sacar algo positivo.

Esta semana estoy muy ñoño, lo reconozco. Será la astenia primaveral, será la ausencia (más la de Carmen que la de Eugenio, las cosas como son) o será mi amigo Dani, que me ha contagiado su ñoñería con el mail que me ha enviado. Aunque por mojigato que parezca, como me gusta, os lo voy a reproducir:

Este año he elegido esta cita, de Ángeles Caso, porque vuestra compañía me ayuda a conseguir lo que quiero.
“Y ahora, ahora, en este momento de mi vida, no quiero casi nada. Tan sólo la ternura de mi amor y la gloriosa compañía de mis amigos. Unas cuantas carcajadas y unas palabras de cariño antes de irme a la cama. El recuerdo dulce de mis muertos. Un par de árboles al otro lado de los cristales y un pedazo de cielo al que se asomen la luz y la noche. El mejor verso del mundo y la más hermosa de las músicas. Por lo demás, podría comer patatas cocidas y dormir en el suelo mientras mi conciencia esté tranquila.
También quiero, eso sí, mantener la libertad y el espíritu crítico por los que pago con gusto todo el precio que haya que pagar. Quiero toda la serenidad para sobrellevar el dolor y toda la alegría para disfrutar de lo bueno. Un instante de belleza a diario. Echar desesperadamente de menos a los que tengan que irse porque tuve la suerte de haberlos tenido a mi lado. No estar jamás de vuelta de nada. Seguir llorando cada vez que algo lo merezca, pero no quejarme de ninguna tontería. No convertirme nunca, nunca, en una persona amargada, pase lo que pase. Y que el día en que me toque esfumarme, un puñadito de personas piensen que valió la pena que yo anduviera un rato por aquí. Sólo quiero eso. Casi nada. O todo.” 
Yo lo suscribo y añado, sólo quiero eso y que nos toque de una vez El Gordo de la Primitiva, que ya va siendo hora...
Ésta es la participación de esta semana
Un abrazo para todos.
Carpe Diem.
Víctor M. de Francisco
LA PRESILLA

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