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lunes, 23 de noviembre de 2015

Sem. 47 Euromillones

Chocolate.

Ayer escuché una historia en Facebook que me pareció curiosa:

La francesa Francine Christophe, siendo niña, fue conducida a un campo de concentración. A su madre como a todas las demás madres, sólo le dejaron llevar una pequeña bolsa de tela con muy poquitas pertenencias. La madre de Francine echó unas onzas de chocolate, y le explicó a su hija que iban a un lugar en el que lo iban a pasar muy mal. Y que había decidido que ese chocolate lo consumiría el día que se colapsara. El día que no pudiera más. Porque el chocolate le daría energía y le haría sentirse mejor.

Un día, una de las mujeres que compartía barracón con ellas (Helene) se puso de parto. Estaba tan delgada, que casi no se le notaba el embarazo. La madre de Francine se acercó a su hija y le dijo:
-         ¿Recuerdas los trozos de chocolate que traje para ti?
-         Sí.
-         ¿Cómo te sientes?
-         Bien mamá.
-         Entonces, si tú me lo permites, le daré tu chocolate a Helene. Dar a luz aquí es muy duro. Puede morir. Y ese chocolate le puede ayudar.
-         Claro mamá.

Helene no murió. Alumbró a un bebé minúsculo que no se atrevía ni a llorar.

Muchos años después, la hija de Francine le preguntó qué hubiera pasado si en aquella época los liberados de campos de concentración hubieran podido contar con psicólogos y con psiquiatras. La pregunta le hizo reflexionar hasta el punto de que decidió organizar una conferencia sobre el tema. A ella acudieron supervivientes (ya muy mayores), historiadores y muchos psicólogos, psiquiatras, psicoterapeutas, etc. Fue una gran reunión. Se extrajeron muy buenas ideas.

Y en un momento dado, una mujer subió al atril y dijo:

Vivo en Marsella, soy psicóloga y antes de dar mi discurso tengo algo para Francine Christophe. Entonces se metió la mano en el bolsillo y sacó un pedazo de chocolate, se lo entregó a la ya anciana mujer y le dijo “yo soy aquel bebé, muchas gracias”.

Os dejo la onza de chocolate de esta semana, que viene con un aporte energético de 162 millones de euros, a ver si nos hace sentir mejor.


Moraleja: en esta vida siempre acabas recibiendo lo que das (a veces incluso mucho más).

Vamos, que con lo que lleváis dado a La Presilla, os van a salir los billetes por las orejas.


Buen fin de semana.

Un abrazo.



Víctor M. de Francisco
LA PRESILLA
El lugar en el que habitan
los números de tu suerte.